Buenas noches, amigos y desconocidos.
La de hoy es una fecha importante. Declaro oficialmente inaugurada la Semana de Festejos del Cumpleaños de Trahn. Salgan a las calles y diviértanse a discreción. Bailen lascivamente sobre la barra de su cantina habitual, sorteando con hábiles contoneos los carajillos y los copazos de anÃs con que se desayuna la cuadrilla de la obra cercana. Entonen alegres himnos loando la sodomÃa, la embriaguez y la capacidad de discernir. Despiértense desnudos en una playa plagada de algas tóxicas. Coman setas de increÃble toxicidad. Chupen sapos. Maldigan a Chenoa.
Mientras tanto, yo estaré reunida en cónclave con un reducido grupito de aborÃgenes, recibiendo regalitos, comiendo alguna marranada local y haciendo planes para entrar furtivamente en una hermosa casa que localizamos hace un par de semanas en plena zona residencial de la ciudad. Tiene un jardÃn absolutamente selvático, paredes recubiertas de hiedra, algo parecido a torreones en las esquinitas, un sinnúmero de gatos okupas y quién sabe si hasta un entrañable homeless durmiendo en su interior. Parece abandonada, pero también parecÃa que Milli Vanilli cantaban sus propias canciones. Si esta buena gente aborigen tuviese el más ligero parecido con los lectores de este diario, nos llevarÃamos unas botellas de algo, alguna droga blanda, un tablero de ouija, unas mantas y unos condones, y harÃamos lo que hace uno a los quince años cuando pilla un caserón deteriorado y tenebroso en las cercanÃas. Desgraciadamente, mi pequeño cÃrculo social del exilio no bebe, no se droga y no parece interesado en organizar amenas orgÃas en el marco incomparable del que disponemos. Ya, yo tampoco sé por qué sigo hablando con ellos. Ah, sÃ, ya recuerdo: porque fueron disfrazados al estreno de Harry Potter, y ninguno de ellos cumple ya los veinticuatro.
En fin, ya les contaré qué tal sale la incursión por la Mansión Bates local. La próxima semana tenemos planeada otra, que sin duda hará las delicias de los lectores: los aborÃgenes han localizado una especie de búnker urbano, cuya función desconocen, que posee unos cuantos kilómetros de túnel bajo tierra. No se adentraron demasiado, porque la bióloga del grupo advirtió que corrÃan riesgo de respirar emanaciones tóxicas, con el consiguiente desmayo y/o muerte súbita. En todo caso, recorrieron lo bastante como para encontrar unas cuantas ramificaciones del túnel principal, alfombradas de escombros y de residuos sin identificar, y sumidas en la completa oscuridad. Promete, ¿verdad?. Estén atentos a la prensa local o a cualquiera de esos programas donde sale gente atacada por tiburones, arrollada por una estampida de gansos o perseguida por la policÃa de Texas a través de cuatro estados.
Bien. Dado que es mi cumpleaños, y me siento por ello menos hostil que de costumbre para con el mundo analógico, voy a contarles lo que aconteció en otra fiesta de cumpleaños, que convirtió -por comparación- cualquier otro festejo posterior en un retiro espiritual de carmelitas. Como es una pizca largo, les ofrezco hoy solamente la primera parte. Prometo contar la segunda tan pronto como me sea posible, no se preocupen. Es posible que puedan leerla esta misma noche, porque ahà fuera está lloviendo del carajo, y me da a mà que los intrépidos aborÃgenes no van a querer explorar una casa que seguramente tenga más goteras que la planta baja del Titanic. Pero ya veremos. También, para regocijo ilimitado de todos ustedes, se actualizarán las nuevas secciones. Y, para concluir con esta prolija introducción, les transcribo el mensaje que mi singularmente bella hermana me mandó hace unas horas al móvil:
“Feliz cumpleaños. Ahora puedo decirte la verdad: no somos hermanas. Mi madre te adoptó de una familia gitana con demasiados churumbeles. Los viñedos del tÃo Albert los heredo yo. Te mandaré unas uvas. Besos“.
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 CUMPLEAÑOS LETAL I: LA MARICA SE INTOXICA
Once upon a time, Quien Suscribe fue invitada al cumpleaños de una amiga, que celebraba una bella y prometedora fiesta en su casa. A la hora indicada se presentó allà Quien Suscribe, con su par de botellas de contribución al fiestorro, su regalito standard y su mejor sonrisa de cumpleaños. La casa rebosaba de amigos, conocidos y otras especies, rodeados de lo que ahora se llama “snacks” y antes “patatitas” (aunque casi siempre habÃa panchitos, cheetos y cualquier cosa mejor que las vulgares patatitas), jarras de calimocho casero y ceniceros repletos de restos de drogas blandas.
Entré, saludé, besé y fui besada por amiguinos varios, ignoré y fui ignorada por conocidos hostiles (otro dÃa analizaremos ese fenómeno tan curioso por el cual un tercio de las personas asistentes a una fiesta odian a o son odiadas por quienes asisten a ellas), me senté en el acogedor suelo de madera y socialicé.
Una vez hubo llegado hasta ese colega que llega tarde hasta a los funerales, comenzó la fiesta propiamente dicha. Gran parte de los invitados, carentes del presupuesto mÃnimo hasta para tomarse un vino con gaseosa en la tasca de los mineros, habÃan decidido regalar a la anfitriona algo personal (tradúzcase por “algo que tenÃas por casa o que manufacturaste en clase de plástica, y que envuelves en un papel coqueto para que quede aparente“). Ah, pero los invitados eran gente dotada de un amplio sentido del humor, que entre otras cosas les ayudaba a sobrellevar con gracia su habitual penuria económica, asà que dijeron: “que todo el mundo se busque un sitio cómodo, que empieza el show“. Y empezó el show:
- Dani, bella marica de singular histrionismo, salió a hacer un playback de Vacaciones infernales, deleitando a los presentes con los contoneos de su flexible y deseable cuerpazo de gay no-musculado-en-gimnasio. Acabada la actuación, tomó asiento en un sillón de orejas, cruzó las piernas, se hizo un porro y se lo fumó, sin dejar de insultar durante todo el proceso a absolutamente todos los invitados con su afilada y precisa lengua.
- Sonia, interesante mezcla de francés y argelina, salió a bailar. Suena un poco pobre asà contado, pero verán, la chavala era bailarina clásica, y trabajaba habitualmente en un espectáculo curioso: alguien hinchaba una enorme burbuja plástica, ella se metÃa dentro con muy poquita ropa, y bailaba, mientras una luz ultravioleta arrancaba extraños brillos del conjunto. Nada que no hayan visto ya en esa mierda de Nosolomúsica, pero impresionante como actuación de cumpleaños.
- El internacionalmente desconocido grupo Nexus 6 interpretó sus mejores éxitos a la guitarra, bajo y baterÃa. Menos mal que nunca se hicieron famosos, porque hay una ley que decreta que en toda ciudad existe un bar llamado PK2, y en todas partes hay un grupo que se llama Nexus6.
- Quien Suscribe, animada por las ovaciones del respetable, escenificó el lascivo y divertido cuento “El mocito que fue al hammam“, extraÃdo de Las Mil y Una Noches. Fue todo un prodigio de rapidez, coordinación e histrionismo, porque el cuento tiene tres personajes, y los tres los representaba yo (aunque es cierto que nunca coincidÃan a la vez en escena). Mi actuación fue aplaudida sin reservas y cosechó un gran éxito de público y crÃtica. Escasa taquilla, eso sÃ.
A media actuación, una mirada circular me permitió comprobar que la fiel audiencia ya estaba más que moderadamente cocida. Puede que eso influyera algo en su apreciación de mi depurado estilo interpretativo. En todo caso, no pude dejar de observar que el más perjudicado de todos era Ricky, una marica malvada como pocas, ciertamente misógina y con más plumas que el baúl secreto de un fetichista de los periquitos (como suele decir selmalover en su diario). Ricky, conocido en otros ámbitos como Linda Mirada, habÃa puesto su Ãdem en uno de los invitados, un alemán rubio y tocho, llamado Frank, que estaba tan lejos de darse cuenta del peligro que corrÃa como cualquiera de ustedes de ganar el Premio a la Mejor Vestida en el anuario del instituto. El calimocho y la cerveza corrÃan, las drogas blandas abundaban, los estados alterados se iban agravando, y Ricky se aproximaba sin ningún disimulo al sillón que ocupaba el bueno de Frank, precedido por su ya célebre linda mirada (que, en ese punto de la noche, tenÃa más parecido con el estrabismo de Cary Elwes que con el aleteo de pestañas de la Bardot) y esparciendo en derredor efluvios alcohólicos. El atento lector se estará preguntando: ¿y qué ocurrió entonces?. El lector con dos dedos de frente estará pensando: ¿y todo este coñazo acaba en algo divertido?
Lo sabrán en la segunda parte de esta apasionante historia. No se pierdan: “Cumpleaños letal II: noches calientes en Urgencias“.
……
Secciones fijas:
- El ser más bello de la semana:
El ser más bello de esta semana no tiene prácticamente competencia. Se trata, amigos y desconocidos, de mi bellÃsima amiga saga. Además de estar adornada de innumerables virtudes que detallaré en futuras actualizaciones, mi bella amiga saga se ha ganado figurar en esta sección por su impecable comportamiento en los dÃas pasados. Les cuento: el jueves por la mañana fui bruscamente despertada por un enérgico timbrazo. Mascullando “jodido testigo de Jehová, te vas a tragar el Atalaya“, salà a abrir harto escasa de ropa (detalle sin importancia real, pero que siempre ayuda a los lectores a apreciar mejor este diario). Pero no era el testigo de Jehová (al que habÃa ahuyentado la semana anterior, diciéndole: “lo siento, vinieron los mormones y me resultaron más convincentes“), sino el cartero. TraÃa una hermosa caja verde (verde!), remitida por mi simpar amiga saga. Hago recuento del contenido, que fue recibido con gran regocijo por Quien Suscribe: - Dos (2) bellÃsimas chapas de Harry Potter y Hedwig, para decorar mi maltrecha mochila, que ya está pidiendo a gritos que la jubilen.
- Un (1) hermoso libro que recopila leyendas urbanas, llamado Leyendas Urbanas volumen I: demasiado bueno para ser cierto. Seguramente les incluya alguna de las menos conocidas en futuras actualizacionesÂ
- Un (1) teléfono móvil acompañado de cargador. Esto tendrÃa escasa relevancia para una persona pertrechada con todos los juguetitos digitales del joven moderno, pero resulta que yo soy completamente lotech, y ya son tres los móviles que mi hermosa amiga saga me ha regalado. No pregunten qué ocurrió con los dos anteriores.
- Un (1) ejemplar del singular fanzine MondoBrutto, que ustedes deberÃan leer para completar su formación básica, y que yo leo por puritito vicio.
- Un (1) hermoso libro de F. Scott Fitzgerald, que me permitirá cubrir mis carencias literarias (sólo leà El Gran Gatsby, y admito que fue después de ver la pelÃcula), a la par que epatar a mis compañeros de universidad, que lo ponen francamente difÃcil cuando se pasean con libros de Kant, Kafka, Kierkegaard y Mary Higgins Clark (por mencionar a alguien cuyo apellido no empiece por K).
- Un (1) curioso librito llamado La naturaleza está loca, que tuvo a bien regalar el Muy Interesante a sus lectores. Imprescindible en todo baño de piso de estudiantes.
Es por ello y por un montón de cosas más que la bella saga es, sin lugar a discusión, el ser más bello de la semana.
El resto de las secciones fijas, en la próxima actualización. Prometido.
Tengan cuidado ahà fuera.
Trahn.