Quédate conmigo, oh tú, Belleza
del tosco literal envejecido,
pues es sin duda un deber generoso
y más los dioses no podrÃan pedirnos.
Si te quedaras donde yo me quedo,
y pisaras las piedras que piso
serÃas siempre mi alimento
y borrarÃas los sueños horrÃficos.
Ven pues conmigo, mi amor, mi dueña,
a través de las almenas de Groan.
Quedarse aquà es algo tan solitario,
en la soledad de mi rincón.
Me he quedado un tiempo en los claustros
nocturnos del ala norte,
y el firmamento abrÃa sus ostras
a las perlas de la medianoche.
Pues la larga sombra irredenta
me traspasa con pena exquisita,
me he quedado en praderas heladas
todo un mes de continua llovizna.
Ven pues conmigo, mi dulce y única,
a través de los parapetos de Groan.
Quedarse aquà es algo tan solitario,
en la soledad de mi rincón.
Me he quedado en alcobas oscuras
recordando lejanas dinastÃas;
en el tronco ahuecado de un árbol
me he quedado, y en celestes buhardillas.
Muchos de los viajeros de la noche
pasando por escaleras retorcidas
se mostraron sorprendidos al verme
desde un arco helado y en ruinas.
Te he añorado, oh tú, mi única.
¡Escucha! ¡Las pisadas de los Groan!
Quedarse aquà es algo tan solitario,
en la soledad de mi rincón.
¿Vendrás aquà y te quedarás conmigo?
¿Y hablaremos de las cosas secretas
que el Ãndice mÃstico apunta
pero que nunca nos muestra?
Si estoy aquà a solas con mi gloria
siempre se apaga de repente;
la soledad se lleva el esplendor
de las visiones de mi mente.
Ven, oh ven, mi dueña, mi única,
a través del Gormenghast de los Groan,
quedarse aquà es algo tan solitario,
en la soledad de mi rincón.
***
He recuperado Titus Groan, que habÃa circulado de mano en mano durante más de un año, y ya empezaba a dar por perdido. Si no te he hablado de él, deberÃa haberlo hecho: lo escribió Mervyn Peake, lo editó Minotauro y tú, tan solitario en la soledad de tu rincón, deberÃas leerlo. Te lo prestaré en un par de dÃas.
SÃ, te lo estoy diciendo a TI.
Por cierto, el domingo corté una flor blanca del magnolio para llevártela. También iba a cortar unas rosas, de las pequeñas y apretadas de color rojo anaranjado. Pero se hizo de noche y, al final, ni rosas ni flor del magnolio. Otra vez será. Mañana, a lo mejor. Hasta entonces, ya sabes, ten cuidado ahà fuera.