La rue assourdissante autour de moi hurlait.
Longue, mince, en grand deuil, douleur majestueuse,
Una femme passa, d’une main fastueuse
Soulevant, balançant le feston et l’ourlet;
Agile et noble, avec sa jambe de statue.
Moi, je buvais, crispé comme un extravagant,
Dans son oeil, ciel livide où germe l’ouragan,
La douceur qui fascine et le plaisir qui tue.
Un éclair… puis la nuit! -Fugitive beauté
Don le regard m’a fait soudainement renaître,
Ne te verrai-je plus que dans l’eternité?
Ailleurs, bien loin d’ici! trop tard! jamais peut-être!
Car j’ignore où tu fuis, tu ne sais où je vais,
Ô toi que j’eusse aimée, ô toi qui le savais!
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La traducción, para otro dÃa. Seguramente lo han leÃdo ya en alguna parte. Lo escribió Charles Baudelaire, lo tituló “A une passante“, y yo lo escribo hoy porque, amigos, qué bello ha sido el dÃa. Hemos bebido vino y hemos brindado por la cándida adolescencia y por otras cosas. HacÃa sol, y habÃa muchos árboles: fresnos (creo) y bambúes (con seguridad); y he tocado el hocico, el cuello y la crin de unos hermosos caballos. Me he acordado de algunos de los que leen este diario, y también de algunos otros que ni siquiera lo conocen. Y el francés es un idioma dulce y solemne para la boca, como brindar con ese vino.
Oh, muy lejos de aquÃ, tarde ya, ¡tal vez nunca!
Yo no sé a dónde huyes, tú no sabes dónde voy,
¡Oh, tú, a quien yo hubiese amado; tú, que lo sabÃas!.
Más o menos. He aprobado Tercera Lengua: el francés y su literatura. Por si a alguien le quedaba alguna duda. Parbleu!