“-Abeja reina -dijo-, mÃrame si puedes a través de tus gafas nocturnas. No deberÃa ser tan terrible para alguien que se ha alimentado de horrores. Ahora, escucha… -Los ojos de Irma ya comenzaban a cerrarse-. Creo que la canción dice asÃ. La titulé El caballo huesudo.
¡Ven, chasquea el cúbito y tañe la tibia
como un juglar para mÃ!
Oh, caballo huesudo, el futuro flota
como suero en un mar de frenesÃ.
Los botones de oro y los verdes prados
ya no te deleitan.
Las tónicas tempestades saltan y chorrean
a través de tu blanca pelvis por siempre jamás.
-¿Te gusta, Irma?
Su hermana asintió con un cabeceo soñoliento.
Venga, bate los omoplatos y crispa
la pálida pagoda de tu espina dorsal.
Liberado del eterno escozor de la vida,
¿quién del yodo necesita?
El caballo huesudo se incorporó de improviso
y con bÃblica vanidad sacudió sus costillas.
Me temo que lo miré remiso,
como queriendo salvar su pellejo…
Pero no tenÃa pellejo… sólo…
En este punto, el doctor, que habÃa olvidado lo que seguÃa, volvió sus ojos una vez más a su hermana Irma: dormÃa como un tronco”.
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Ahà lo tienen. Después de todos estos años de mordernos los nudillos y hacer girar los impacientes ojos en las órbitas.Gormenghast, el segundo libro de la trilogÃa de Mervyn Peake, por fin traducido y editado. La espera ha valido la pena, pueden creerme. No sé qué hacen que no están corriendo ya a su librerÃa favorita. En nombre de todo lo vertiginoso, corran, corran!
En memoria de F., mi única, mi tormento.