• Categorías
  • Atrocidad: Un poema de Alfred Prunescualo / 29 noviembre 2004

    “-Abeja reina -dijo-, mírame si puedes a través de tus gafas nocturnas. No debería ser tan terrible para alguien que se ha alimentado de horrores. Ahora, escucha… -Los ojos de Irma ya comenzaban a cerrarse-. Creo que la canción dice así. La titulé El caballo huesudo.

    ¡Ven, chasquea el cúbito y tañe la tibia
    como un juglar para mí!
    Oh, caballo huesudo, el futuro flota
    como suero en un mar de frenesí.

    Los botones de oro y los verdes prados
    ya no te deleitan.
    Las tónicas tempestades saltan y chorrean
    a través de tu blanca pelvis por siempre jamás
    .

    Alfred e Irma Prunescualo

    -¿Te gusta, Irma?
    Su hermana asintió con un cabeceo soñoliento.

    Venga, bate los omoplatos y crispa
    la pálida pagoda de tu espina dorsal.
    Liberado del eterno escozor de la vida,
    ¿quién del yodo necesita?

    El caballo huesudo se incorporó de improviso
    y con bíblica vanidad sacudió sus costillas.
    Me temo que lo miré remiso,
    como queriendo salvar su pellejo…

    Pero no tenía pellejo… sólo…

    En este punto, el doctor, que había olvidado lo que seguía, volvió sus ojos una vez más a su hermana Irma: dormía como un tronco”.
    **

    Ahí lo tienen. Después de todos estos años de mordernos los nudillos y hacer girar los impacientes ojos en las órbitas.Gormenghast, el segundo libro de la trilogía de Mervyn Peake, por fin traducido y editado. La espera ha valido la pena, pueden creerme. No sé qué hacen que no están corriendo ya a su librería favorita. En nombre de todo lo vertiginoso, corran, corran!

    En memoria de F., mi única, mi tormento.

    Deja un comentario

    Tu email permanecerá privado Los campos obligatorios están marcados con *

    *
    *

    ARCHIVOS