Buenos dÃas, Amigos y Desconocidos Lectores Constantes.
No, hoy tampoco tenemos monográfico Capote, no. A estas alturas, ya me imagino que unos cuantos de ustedes, que se condenarán al infierno literario por ello, estarán pensando: “Oye, no te molestes, que a mà Capote me la suda muchÃsimoâ€. Los más sacrÃlegos habrán farfullado entre sus impÃos dientes: “Y tampoco hace falta que pongas siempre el nombre en negrita, tÃa pesada, que ya lo hemos pilladoâ€. Grñmpf. Cuánto réprobo anda por ahà sin su justo castigo. Pero arrieritos somos.
Para los Fieles Lectores Constantes que saben que Capote (sÃ, en negrita) es importante para el savoir faire y para ir por la vida con el punto de vista adecuado, vaya mi palabra de que el monográfico existe y está siendo minuciosamente documentado. Es por ello que se retrasa, porque me faltan algunos datos. Bueno, y porque ayer estuve hasta horas indecentes poniéndole ojitos a ese animal de Johnny Rio. Usted, el del fondo, ¿qué le pica? Por los clavos de Cristo, cuánta ignorancia. ¿No sabe quién es Johnny Rio? Dan ustedes más trabajo que un hijo tonto. Ya hablaremos en otro momento de El rostro impenetrable, protagonizada por Karl Malden, la bella y dulce Pina Pellicer, y el duque en sus dominios, es decir, Marlon Brando. Pero eso será en otra ocasión.
Hoy les traigo lo que la contraportada llama un gran clásico de la literatura contemporánea, aunque se publicó por primera vez en 1972, asà que no sé yo cuánto de contemporáneo tiene. En fin, ahà les va la sección completa.
*LO QUE USTED DEBE LEER
Aunque hay por lo menos tres ediciones de esta maravilla, y alguna bastante diferente del resto en cuanto a la traducción, voy a enseñarles la que tiene la portada más bella. Disculpen la pésima calidad de la fotografÃa, pero llevo tiradas como seiscientas y no acabo de pillarle el tranquillo. Entre mi pulso, que es como para que me caiga la perpetua si algún dÃa decido dedicarme a robar panderetas, y la escasa luz que hay a las siete de la tarde, esto es lo mejor que he conseguido.
Usted, el de la izquierda, ¿tiene algo que decir a sus compañeros? Muy bien, diez puntos para Slytherin, la ilustración de portada es El conejo, de Durero. ¿Y usted? Pues sÃ, efectivamente: este libro ha aparecido recientemente en televisión, y no precisamente en el programa de Sánchez Dragó, sino más bien en la serie Perdidos, y más concretamente en manos de una bomba hormonal llamada Sawyer, a quien Yaveh Elohim le conserve esos abdominales sobre los que se puede rallar un queso de cabra o reconstruir el templo de Salomón.
Aunque me gusta hablar de los autores cuando recomiendo libros, poco puedo contarles del señor Richard Adams; lo que dice de él la solapa interior del libro y nada más. Mea culpa, Amigos, porque podrÃa haber investigado y no lo he hecho. Ya saben, han sido dÃas de Johnny Rio y de buscar a Dios con la ayuda de mi Biblia y de los discos de Nick Cave, lo que deja poco tiempo para las veleidades del siglo. Pero, según la solapa interior,
Richard Adams nació en Berkshire en 1920, y estudió historia en Bradfieldy en el Worcester Collage de Oxford. En 1972 publicó su primera novela,La colina de Watership, que obtuvo la medalla Carnegie y el premio de literatura de The Guardian. Ha publicado seis novelas más, una autobiografÃa, el libro de relatos The Iron Wolf and Other Stories, y, en colaboración con Ronald Lockley, Voyage through the Antartic. Richard Adams vive en el sur de Inglaterra con su mujer Elizabeth, experta en la historia de la cerámica inglesa.
Lo de la cerámica inglesa me hace especial gracia. Imagino a la señora Adams diciendo algo tal que: “Querido, ¿has enviado tus datos a la editorial? ¿Te acordaste de mencionar mi doctorado en biologÃa molecular?â€, y al señor Adams sonriendo como un lobo y respondiendo: “Por supuesto, queridaâ€. Pero, por la foto que ilustra la solapa interior, dirÃa que las coñas marineras no son lo suyo, asà que seguramente es cierto que Elizabeth puede mirar una escudilla de gachas y datarla con precisión carbonocatórcica.
Dejando las humoradas y centrándonos en el libro, les cuento que La colina de Watership se gestó durante un larguÃsimo viaje en coche que el autor hizo con sus sobrinos. Probablemente harto de los “¿falta mucho?â€, “tengo pis†y “TÃo Richard, Mary Ann me está vomitando encima otra vezâ€, el señor Adams improvisó un cuento para mantenerlos quietos y callados. Un cuento protagonizado sólo por conejos. Un cuento increÃble que darÃa lugar a una novela increÃble. No me pongan esa cara, que ahora me explico.
Primero, no es una historia para niños. Voy a repetirlo: no es una historia para niños, en el sentido en el que no son para niños El libro de la selva, El señor de las moscas o los cuentos de Oscar Wilde. Son cuentos crueles, historias plagadas de personajes egoÃstas y despiadados, con finales rara vez felices y conflictos muy poco infantiles. Es decir, perfectos para los niños morbosos, y más perfectos todavÃa para los adultos sin prejuicios. La colina de Watership, para que se hagan una idea, trata de asuntos como la esquizofrenia, el miedo a la muerte, el terror a lo desconocido y al cambio, la posición jerárquica en el entramado social y otros asuntos de Ãndole más bien adulta. Por no mencionar otras cuestiones algo complicadas de explicar a los niños, como la capacidad de las conejas de reabsorber los embriones dentro de su cuerpo si las condiciones externas no son adecuadas para criarlos. Afortunadas ellas.
Segundo, los conejos son criaturas harto interesantes. Si ustedes, Amigos Lectores, han leÃdo historias protagonizadas por etéreos muchachos con orejas puntiagudas (te estoy hablando a ti, tolkienista), o por tÃos duros que lo mismo besan a la chica que destripan al malvado, o por universitarios desencantados de la sociedad que hacen de su vida un acto de estética rebeldÃa, no deberÃan asustarse ante una historia de animalitos que hablan, cuentan chistes malos, organizan la construcción de una hermosa conejera o traban amistad con una simpática colonia de topos. Si alguien le quedan prejuicios al respecto, le advierto que la novela está tan bien escrita que, a los quince minutos, no es que olvidemos que los protagonistas son conejos, no, es que nos sentimos todos súbitamente aconejados, capaces de cavar madrigueras, robar lechugas y salir por patas cuando percibimos el hedor del zorro. Hagan la prueba, no se arrepentirán.
Les cuento de qué va un poco por encima, porque no quiero estropearles ni media página del libro. Silencio ahà atrás, y que alguien le pase una bolsa de plástico a Mary Ann.
Un dÃa cualquiera, por la mañana, dos conejos salen de la madriguera de Sandleford y van a dar una vueltecilla por la zona. El más pequeño de los dos, Quinto, le cuenta a su hermano Avellano lo cansado que está de la vida en la conejera. Los conejos más pequeños tienen que pelear muy duro por una miserable brizna de hierba, mientras que los conejos grandes y fuertes disfrutan de todos los privilegios. En eso están cuando topan con una curiosa estructura humana: un cartel clavado en mitad del campo. Ni siquiera Richard Adams se atreve a colarnos unos conejos que hayan aprendido misteriosamente a leer, pero nos aclara a los lectores que el cartel dice algo tal que:
PRÓXIMA CONSTRUCCIÓN DE VIVIENDAS RESIDENCIALES.
ENTORNO PRIVILEGIADO.
GRAN OPORTUNIDAD.
Quinto, como decÃamos, no sabe leer, pero es un conejo extraño, que sufre ataques y tiene presentimientos, lo que tampoco le favorece demasiado a la hora de adaptarse a la dura vida conejil. Asà que, cuando ve el cartel y aunque no sepa lo que es, sufre el ataque de rigor, rueda por el suelo con los ojos en blanco y empieza a gritar que tienen que irse todos, que van a morir todos, que tienen que huir antes de que sea demasiado tarde y caiga sobre ellos el horror, el horror. Avellano se asusta, como me asustarÃa yo si a mi vecino le diera tamaño satán en el ascensor, y le pide audiencia al Conejo Jefe, sólo por si las moscas.
Naturalmente, el Conejo Jefe tiene cosas mejores que hacer que preocuparse por las paranoias de un conejo pequeño y harapiento, con lo que le agradece amablemente la advertencia con ese tonillo de ya-le-llamaremos que ustedes, pertenecientes a la generación del empleo precario, conocen de sobra, y vuelve a sus lechugas sin hacerle maldito caso.
Quinto, de todas formas, decide irse esa misma noche, aunque no sepa a dónde ni le acompañe nadie. Avellano se apunta, más preocupado por su hermano que por esa vaga e inconsistente amenaza de peligro mortal, y también unos cuantos conejos descontentos, que se pasan la futura hecatombe por la brinca de las orejas, pero que están bastante hartos de la mala vida que llevan en Sandleford.
Asà empieza el viaje de los conejos, guiados por las visiones de Quinto, la autoridad de Avellano, los mil recursos de Frambueso (en esta edición, Zarzamora) y la fuerza de Pelucón, cuyo insólito nombre es una traducción bastante mala de TailÃ, palabra del dialecto lapino que significa literalmente Cabeza de piel. Otros conejos, como Pico de Halcón, Puchero o Bellota, aportan también al grupo sus respectivas personalidades y conflictos.
La búsqueda de un lugar seguro donde establecerse y fundar una conejera nueva les lleva a través de bosques, rÃos y colinas, topándose por el camino con bichos de toda Ãndole y aventuras de todo tipo, como el encuentro con los escalofriantes conejos de la madriguera de Fresón, cuyo desenlace me niego a contarles (pero estén atentos al terrorÃfico poeta Yuyo de plata o, según la edición, Argentina); o la expedición en busca de hembras; o el hallazgo del pájaro Kehaar.
El viaje de los conejos se salpica con la narración de otros cuentos: las hazañas del mÃtico héroe conejil El-ahrairah y de su amigo Rajaviento, un par de figuras con cierto aire a los proscritos de Sherwood o al pÃcaro de los cuentos populares de todas las culturas, que siempre se mete en apuros y sale de ellos gracias a su labia, su ingenio y su valor. También hay estupendas notas a pie de página explicando detalladamente la visión que los conejos tienen del mundo, o la forma en la que perciben y expresan ciertas ideas. Una muestra pequeñita, tomada de la página 19 de la presente edición:
*Los conejos sólo saben contar hasta cuatro. Todo lo que pase de ahà es Hrair, “un montónâ€, “un millarâ€. De este modo, dicen U Hrair (“los Milâ€) para referirse colectivamente a sus enemigos, los elil, como ellos los llaman: zorros, comadrejas, armiños, búhos, gatos, el hombre, etc. Seguramente habÃa más de cinco crÃas en la camada en que nació Quinto, pero su nombre, Hrai-roo, significa “pequeño milâ€, o “el más pequeño de un montónâ€.
**Casi todas las madrigueras tienen una Owsla, un grupo de conejos despiertos y fuertes, de dos años o más, que rodean al Conejo Jefe y su hembra y ejercen autoridad. Las Owsla varÃan. En una madriguera puede ser la banda de un señor de la guerra. En otra puede estar formada sobre todo por inteligentes patrulleros o saqueadores de huertos. En ocasiones, se puede encontrar entre ellos un buen narrador, o un vidente, o un conejo intuitivo. En la madriguera de Sandleford, la Owsla tiene un marcado carácter militar (aunque no tanto como otras, como veremos más adelante).
Y, para finalizar la historia, tenemos la épica aventura de la conejera de Éfrafa, un lugar completamente kafkiano, regido con pata de acero por el general Vulneraria (o general Mostazo, según la edición), donde nuestros héroes deberán vender muy caro su pellejo.
Ya les he contado demasiado. Vayan a la biblioteca y búsquenlo. La edición del CÃrculo de Lectores tiene algunas diferencias con la de Seix Barral, como ya han observado, pero, aunque no he leÃdo el original y no puedo opinar con autoridad, dirÃa que esos matices no tienen demasiada importancia. En cualquier caso es un gran libro y
USTED DEBE LEERLO SI
-quiere caerme mejor. No encuentro una manera más diplomática de decir esto: me cae mejor la gente que ha leÃdo La colina de Watership, de la misma manera que me caen mejor las personas que fuman que las que no fuman, y la gente morena frente a la gente rubia. Asà es la vida, Amigos.
-es un fanático convicto y confeso de la serie Perdidos. Los fanáticos tienden al completismo y, por lo que he leÃdo al respecto, la serie está plagada de coincidencias en absoluto casuales, de objetos con una fuerte carga simbólica y de referencias a otras referencias. Asà que quién sabe lo que habrán pretendido los guionistas con la aparición de esta novela entre los restos del avión. Léanla y cuéntenme lo que averigüen en la sección de comentarios.
-le gustan las historias con varios personajes (me niego a decir eso de novela-rÃo o novela coral), viajes iniciáticos, batallas épicas y demás componentes de la literatura entretenida. Sexo no hay, a menos que se tenga en cuenta la necesidad de hembras y su consiguiente búsqueda, pero todo lo demás está servido en bandeja.
-le hace caso a Stephen King cuando recomienda algo, lo que, dicho sea de paso, es una actitud muy sabia. Sin entrar en su condición de escritor, asunto del que ya hablaremos otro dÃa, el caballero de Maine lee que se mata y recomienda bastante bien. Le gustan autores variados, tal que Ray Bradbury (harto recomendable), Barbara Kingsolver (interesante), Robert Sheckley (cuyos relatos merecen que yo abra un Lector Constante de Robert Sheckley) o Don DeLillo (que deberÃan leer los buscadores de rarezas no demasiado raras). También le gusta Roddy Doyle, que a mà me parece prescindible, pero le perdono eso por haber recomendado más de una vez nuestro libro de hoy. Y Los Ramones, que en paz descansen.
Suficiente por hoy, Amigos y Desconocidos Lectores. Debo abandonarles para ir al programa de radio, a contarles a los Amigos y Desconocidos Oyentes por qué hay que leer a Boris Vian. A ustedes no se lo cuento porque ya lo he hecho, y mucho mejor que yo, la señorita Grace Morales, en el número 20 del fanzine Mondo Brutto. Si usted no lo conoce, no sé qué demonios hace perdiendo su precioso tiempo aquÃ. Cómprelo y únase a la multitud que va al porvenir por la electrónica.
Y, naturalmente, tenga cuidado ahà fuera, donde en todas partes se esconden los elil.
Constant Reader.
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LC: The Rabbit has a pleasant face/His private life is a disgrace / 12 septiembre 2005 – Lector Constante