Buenos dÃas, Amigos y Desconocidos Lectores Constantes.
Mi hermana, la Hermana Constante, me llama para decirme que acaba de morir el poeta asturiano Ãngel González. El tÃtulo de esta entrada es el epitafio que otro asturiano, Miguel Mingotes, dedicó a la muerte del escultor JoaquÃn Rubio CamÃn. Se lo robo sin su permiso, pero con la única intención de honrarlos a ambos.
Los que conocieron a Ãngel González ya saben por qué hoy es dÃa de pena y duelo en la Biblioteca Constante. Los que no, adelante, empiecen a leerlo ahora, aquà mismo. Bajo cada poema tienen un enlace para que puedan oÃrlo recitar.
Cada año iba a leer sus poemas a la noche de recital poético de la Semana Negra de Gijón. Cada año, los fieles Ãbamos a verlo, y a la una de la mañana los aplausos del público se oÃan por encima del ruido del parque de atracciones. Hace un par de años invitaron también a JoaquÃn Sabina, cuya presencia atrajo al recital a montones de personas bastante ruidosas y que leyó sus ripios con un cuajo digno de mejor causa. El año pasado, el invitado a leer junto a González fue Luis GarcÃa Montero, a quien estoy segura de haberle leÃdo algún poema mejor que la basura que recitó esa noche. Pero no hagamos sangre, porque es realmente difÃcil hacerle sombra a González, y ni uno ni otro eran dignos siquiera de atarle las sandalias al maestro.
Como ustedes ya saben por anteriores entradas más o menos biográficas, la Biblioteca Constante y el Lector están ahora ubicados en Madrid, por lo que estuve a punto de perderme el que (aunque no lo supiéramos) iba a ser el último recital de Ãngel González en la Semana Negra. Pero mi amiga R.Ag, que pasó la adolescencia cargando en el bolso Palabra sobre palabra, me llevó en su coche a oÃrlo y, además, tomó la foto que adjunto y grabó los vÃdeos que hoy les ofrezco. Alá, el compasivo, el misericordioso, les dé a ella y a González la paz y la alegrÃa. Suelen ir unidas, creo yo.
Y ahora, a leer:
***
PARA QUE YO ME LLAME ÃNGEL GONZÃLEZ
Para que yo me llame Ãngel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo el mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin, sobreviviendo
naufragios, aferrándose
al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquÃ,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento…
http://www.youtube.com/watch?v=9EZ7pX3dKiI
***
***
MUERTE EN EL OLVIDO
Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo- el que la habita…
http://www.youtube.com/watch?v=ejr6J2Ii6ac
El segundo o tercer año, alguien le preguntó a Ãngel González cuál era su poema favorito. González, que estaba escanciándose un culÃn de sidra, respondió que no habÃa oÃdo nunca poema mejor que una vieja canción asturiana. Bebió y cantó lo que sigue:
***
Mio madre, como era probe,
nun tenÃa pan que me dare:
fartucábame a besos,
y lluego rompÃa a llorare.
(Mi madre, como era pobre,
no tenÃa pan que darme:
me hartaba a besos,
y luego rompÃa a llorar).
***
Con eso les dejo por hoy. No olviden a Ãngel González, que le hizo tanto bien a la palabra.
Y, naturalmente, tengan cuidado ahà fuera, donde no sabemos el dÃa ni la hora.
8 Comments
Se murió el Poeta: Viejito y venerable y rojo, en estos tiempos de juventud y mercado.
Salud y República don Ãngel.
Cuánta ternura se desprende de esas palabras y de esa foto. Qué desconsuelo da que personas asà abandonen este mundo. No conocÃa a este señor, para variar, pero los dos fragmentos que nos has ofrecido y que he leÃdo después de unos dÃas complicados, los he leÃdo desde el estómago, desde donde me decÃan que hay que leer la poesÃa. Gracias por la recomendación. Una más en la lista, junto a mrs Eudora Welty.
Un beso, guapa.
Yo quiero recordar otro poema.
Te llaman
Es verdad: mañana no hay escuela, se murió el maestro.
Tarde se entera uno de todo lo que acontece los fines de semana. Se va Fernán Gómez, se va Ãngel González… un recuerdo para esta generación de luchadores.
Reconozco que he leÃdo más de Luis GarcÃa Montero y del propio Sabina (ejem), pero todos los grandes coinciden en reconocerlo como uno de los mejores. Enmendaré el error inmediatamente. Más vale tarde que nunca. Por cierto, gracias por la noticia (si no, no me hubiese enterado) y por los poemas, que me han decidido a adquirir algún libro de este entrañable abuelito…
Si lo recordase, en su memoria apuntarÃa aqúà un epitafio en latÃn que alguien me enseñó una vez… Pero aunque mi latÃn no solÃa ser malo, mi memoria siempre fue un desastre.
En otro orden de cosas, lector constante, ¿conoces este blog?
http://www.plot.es/blog/
Vaya broche para dejar de leerte. Me descubro ante tus encantos que desde aquà percibo y, como un humilde lector ocasional, trataré de hacerme constante porque en mà estaba esa intención y tú no has hecho más que darme un amistoso y definitivo tirón de orejas al descubrirme mi terrible (pero remediable) ignorancia en este maravilloso mundo. Y me he tomado la libertad de enlazarte en mi blog, porque te creo necesaria (o al menos altamente recomendable) en las mentes del colectivo, asà en general.
Por otro lado y más a tenor de la entrada: no, no conocÃa al maestro. Pero la humanidad que desprenden estas pequeñas selecciones, junto con la maestrÃa en que queda expresada, me resulta ciertamente difÃcil de superar. Vale, dame un momento que baje al purgatorio…
Ea, ya tienes un fiel más. Y Ãngel González, también.
Muchas gracias, Amigos, por lo que siempre agradezco: su presencia y sus comentarios. Más lo primero que lo segundo, naturalmente. Los Amigos Lectores que siguen mudos y absortos, son siempre bienvenidos. Para el resto, el feedback de rigor.
Elraspar: vayamos al botánico cuando vuelva a hacer sol. Se le añora, hombre.
Miss Lorite: aún haremos de usted una gourmet de la poesÃa. Ya le regalaré otras cosillas que crea que pueden gustarle.
Versvs: gracias por aportar el poema.
Señor Rico: sigo debiéndole un mail, pero ya sabe usted que yo no sé lo que es la vergüenza ni de qué color se pinta. Discúlpeme de nuevo.
Rul: mil gracias por el enlace. Lo conocÃa, pero no lo visito tan a menudo como deberÃa. Me juego los hijos a que el epitafio es Sit tibi terra levis (que la tierra te sea leve), pero también podrÃa ser Dulce et decorum est pro patria mori, o cualquier otro de los clásicos. Ande, véngase a tomar algo a la Biblioteca Constante y lo investigamos.
Quikosas: bienvenido, muchas gracias por los elogios. Y me alegro de que le guste Ãngel González. Qué pena no volver a oÃrle recitar, qué pena.
Tengan cuidado ahà fuera, donde marchitará la rosa el viento helado.
No hay prisa.
Deja que pasen estos dÃas,
deja que pasen estos años,
y entretanto
agradece el regalo de la luz
del cielo de diciembre,
tan discreta
que es casi sólo transparencia,
no ofende y es muy bella.
Deja que pasen estos años,
son pocos ya,
sé paciente y espera
con la seguridad de que con ellos
habrá pasado
definitivamente todo.
Poema póstumo de Ãngel Gonzalez