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  • Cenizas a las cenizas

    Buenos días, Amigos y Desconocidos Lectores Constantes.

    Poca cosa les traigo hoy, Amigos, porque la Biblioteca Constante está temporalmente cerrada. Sé que mañana es sábado y que ustedes, incansables buscadores del buen libro, aguardaban una de las prometidas entradas, largas y bellas como el curso del Nilo. No va a poder ser y me disculpo por ello, pero hay una buena razón para la demora: Kowalski, a quien los veteranos recordarán como Rata Oficial y Único Bibliotecario Constante, tuvo que abandonar su puesto de trabajo a causa de un accidente. Ya está fuera de peligro, pero anduvo peligrosamente cerca de perder una pata y convertirse en el Lord Byron de los roedores. Animalito.
    Mientras convalece leyendo De ratones y hombres, que ustedes deberían leer también, y La colina de Watership, que nunca me cansaré de recomendar y regalar a los Amigos Lectores, yo asumo sus funciones. Y como tengo muchas otras cosas que asumir, y algunas son como la piedra de Sísifo y las manzanas de Tántalo, mañana por la mañana me sentaré sobre unas piedras egipcias a mirar largamente el agua en movimiento (que, ya lo sabíamos, es siempre bella) y no habrá entrada nueva en esta Carta de Navegación Biblófila.
    Para compensar la pifia, les traigo hoy unos cuantos bocados ligeros, extraídos todos del mismo libro: Historia de la destrucción universal de libros, escrito por Fernando Báez y editado por Destino en la colección imago mundi. Vaya por delante que no recomiendo su lectura. Tiene partes muy interesantes sobre el origen de la escritura y el del libro, y anécdotas curiosas sobre autores, lectores, bibliófilos, biblioclastas y otras criaturas del libro. También tiene una introducción interesante acerca de los mitos apocalípticos y su relación con la destrucción del libro. Y largo capítulo sobre el saqueo y la destrucción de las bibliotecas más bellas y antiguas, como la de Bagdad. Eso por la parte buena.

    Por la parte mala, es un tocho y es un coñazo, y buena parte de sus trescientas páginas se dedica a listar, con poco más que la fecha y la ubicación geográfica, las bibliotecas destruidas por fuego o por agua. Salvo que tengan un enfermizo interés en esos datos, pueden prescindir tranquilamente del noventa por ciento de este libro demasiado exhaustivo. Ya les extracto yo lo que me parece que merece un poquito más de investigación, y les animo a emprenderla por su cuenta.

    Lean, Amigos, y protejan sus libros del hombre, del insecto, del fuego, del agua y de la estupidez.

    ***

    Los sumerios o cabezas negras creían en el origen sobrenatural de los libros, y atribuían a Nidaba, la diosa de los cereales, su invención. Para dar una idea de la importancia que para ellos tuvo la escritura, conviene recordar la leyenda de Enmekar (h. 2750 a.C.), rey de la ciudad de Uruk, un héroe respetado y temido, que fue condenado a beber agua putrefacta en el infierno por no haber dejado escritas sus hazañas.

    Inanna

    Inanna, que ya ven que era terrible.

    Hacia el 2200 a.C., el príncipe Gudea creó una biblioteca con textos históricos y poemas de la primera escritora conocida del planeta, Enkheduanna, la hija del famoso Sargón de Akkad. Estos poemas eran himnos a la terrible diosa Inanna.

    ***

    Hacia el año 213 a.C., el emperador Shi Huandi hizo destruir todo libro que pudiera recordar el pasado.

    ***

    René Descartes (1596-1650), seguro de su método, pidió a sus lectores quemar los libros antiguos. Un hombre tan tolerante como el filósofo escocés David Hume no vaciló en exigir la supresión de todos los libros sobre metafísica.

    Fahrenheit burn
    El movimiento de los futuristas, en 1910, publicó un manifiesto en que el pedía acabar con todas las bibliotecas. Los poetas nadaístas colombianos quemaron ejemplares de la novela María de Jorge Isaacs hacia 1967, convencidos de que era necesario destruir el pasado literario del país.

    Burned Book

    Vladimir Nabokov, profesor en las Universidades de Stanford y Harvard, quemó el Quijote en el Memorial Hall, ante más de seiscientos alumnos. Martin Heidegger sacó de su biblioteca libros de Edmund Husserl para que sus estudiantes de filosofía los quemaran en 1933.
    ***

    El monasterio de Saint Gall fue atacado en mayo del 925. Los bárbaros pretendían aniquilar a los monjes y prender fuego al lugar, lo cual hubiera significado el fin de miles de libros cuidadosamente almacenados. Una mujer llamada Wilborada se ocupaba entonces de la biblioteca y tuvo una visión. No sabemos cuál fue, pero entre el atardecer del día anterior y la madrugada del primero de mayo enterró las obras. Según la crónica, los sitiados vencieron a sus atacantes; el fuego, de cualquier manera, consumía el monasterio y el cuerpo de Wilborada, mutilado, vejado, yacía sobre un montón de tierra donde se encontraron más tarde los libros intactos. Su acto le valió la santidad y el patronazgo absoluto sobre todos los bibliófilos.

    La santa, libro en mano.

    Menos conocido fue el martirio de Casiano. Perseguido por sus tesis, fue entregado a sus propios alumnos, quienes resolvieron convertirlo en mártir asesinándolo con sus estiletes, haciéndole tragar sus propios escritos y partiéndole en la cabeza unas tablas destinadas a la escritura.

    ***

    La vida de Yakov ben Judah Leib Frankovich fue la de cualquier fanático: sin sosiego, sin seguridad, inmodesta. De su padre, además de las deudas clásicas y una soberbia histérica, heredó un fervor inusual por el movimiento mesiánico judaico de Sabbatai Tsevi, un místico que afirmaba ser capaz de tener relaciones sexuales con vírgenes “sin desflorarlas”, y un erudito que propuso destruir rollos de la Torá para gestar el nacimiento de una nueva era. “Hay que destruir -advertía-. Todo volverá a ser nuevo. Lo prohibido es el bien”. Hizo pisar las tefilim, pequeñas cajas de cuero con manuscritos que se colocan, mientras se reza, en la frente y en el brazo. El movimiento tuvo adeptos en distintos rincones de la geografía de Europa y África, desde Yemen hasta Amsterdam, ya fuesen askenazíes o sefardíes. Fue un fenómeno insospechado donde multitudes enteras aguardaron el retorno de los milagros de Cristo y de los antiguos profetas.

    Yakov se convenció a sí mismo de que la reencarnación de Sabbatai Tsevi y de Barujiah Russo, otro mesías. En 1751, con un viaje a Turquía de por medio, se hizo llamar Jacob Frank. Detestaba, por razones oscuras, ciertas etimologías judaicas y, por doctrina, los libros. En 1755 encontró unos discípulos, a los que denominó frankistas, y los obligó a quemar obras. En 1756 fue condenado por hereje, pero esto no lo desanimó. Nada más cruel que un ignorante con carisma.

    Frankovich

    Hacia 1757, tras vencer a los rabinos en un debate, recorrió casa por casa y eliminó cientos de ejemplares del Talmud en una plaza pública, lo que le valió a su secta el nombre de Antitalmudista. Con cínica humildad, solía recordar a sus seguidores su carácter de Mesías y el valor oral de su doctrina. “Yo soy la palabra, yo soy el hijo, yo soy”, decía. Inventó una trinidad donde había un verdadero Dios, ajeno a todo, un Dios encarnado y una Mujer. Él se consideraba ese Dios encarnado.

    En cierta época obligó a sus seguidores a usar sandalias fabricadas con rollos de pergamino donde estaban escritos textos de la Torá. Creó una orden con doce apóstoles y doce concubinas, todos santos, piadosos e implacables, defensores del sexo más violento. En 1760, fue detenido y encarcelado por las autoridades de Varsovia y después expulsado.

    Según la leyenda, murió en Offenbach y pidió, en su lecho de muerte, la destrucción de todos los libros. “Quémenlo todo- suplicó-. Lo verdadero muere conmigo”. Como curiosidad, vale la pena comentar que decía que la cara de Dios había crecido en los rasgos de la suya.

    ***

    Con la vida de este fulano mesiánico les dejo, Amigos. Créditos y nos vamos:

    ***

    *La imagen de la terrible, terrible diosa Inanna es de dominio público, así que a él se lo agradecemos. Gracias, dominio público.

    *La imagen siguiente, la de la página que arde, se llama Fahrenheit Burn y es obra de un tal mrtwism, a quien la agradecemos. Ustedes pueden ver su trabajo en:

    http://www.flickr.com/photos/mrtwism

    *La imagen que sigue, el libro quemado, se llama precisamente así, Burned Book, y es obra de un tal paraflyer, cuyo trabajo puede verse en:

    http://www.flickr.com/photos/paraflyer

    *La imagen de Santa Wilborada (o puede que Wiborada, quién sabe) nos pertenece también a todos. Yupi.

    *La imagen de Yakov ben Judah Leib Frankovich está sacada de esta página:

    www.theawarenesscenter.org

    Pásmense conmigo: The Awareness Center es una Coalición judía contra el abuso sexual. ¿Sabían que existía algo así? Pues ya lo sabemos todos.

    *Esta entrada no habría sido posible sin la colaboración del Documentalista Constante, el señor Ismael Alonso, que Yaveh acreciente el número de sus ovejas. Como no tiene, con una sola oveja bastará.

    ***

    Y con esto les dejo y me voy al parque, al sosiego, al agua en movimiento. Que es siempre, siempre bella.
    Tengan cuidado ahí fuera y récenle un poquito a Santa Wilborada, sólo por si acaso.

    7 Comments

    1. Lyl
      Escrito el día 22 febrero 2008 a las 5:08 pm | Permalink

      Vaya. Espero que Kowalski se recupere pronto. Pobrete.
      Siguiendo una de sus recomendaciones de posts anteriores he estado leyendo a Irving Layton. Gran descubrimiento para mí.
      Esperaré impaciente más entradas jugosas.

    2. arati
      Escrito el día 22 febrero 2008 a las 8:37 pm | Permalink

      Felicidades, una entrada interesantisima, como de costumbre.

      Espero que nunca nadie me desee que Yaveh acreciente el número de mis ovejas (me ha hecho reír su ocurrencia). Yo tampoco tengo ninguna pero una sola ya me crearía un problema. Con dos lectorcillos constantes, varias cucarachas y un montón de carcoma ya tengo suficientes seres vivos a mi cargo.

      abrazo

      arati

    3. Escrito el día 26 febrero 2008 a las 12:37 pm | Permalink

      Ese es el espíritu. Ese es. Que nos traiga aquí libros que no tenemos que leer ;-)

      Un beso, Miriam G.

    4. Escrito el día 1 marzo 2008 a las 2:33 pm | Permalink

      Lyl: gracias por sus buenos deseos. Kowalski está mucho mejor, merced a los cuidados de una buena amiga, y pronto volverá a corretear entre los libros de la Biblioteca Constante (y a mordisquearlos). Disfrute de Layton y cuéntenos: ¿qué está leyendo? ¿Un original, una edición española?

      Arati: gracias por venir y comentar. Con respecto al número de ovejas que acrecienta Yaveh, no se apure. Siempre podemos pedirle que aparte de usted la plaga de carcoma.

      Miriam: pues no suelo hacerlo, no. En algún momento quise abrir una sección llamada “A la hoguera”, o algo parecido, en la que comentaría la cantidad de basura que se edita y que no merece otro destino que alimentar la chimenea. Pero desistí. Mi tiempo es escaso, prefiero dedicarlo a lo que me gusta. Y además, la basura de un hombre es el tesoro de otro, así que no sé si seria realmente útil la sección. Pero seguro que algún otro blog se ocupa de ello.

      Gracias, como siempre, por venir y comentar.

      Tengan cuidado ahí fuera, donde ars longa, vita brevis.

    5. Lyl
      Escrito el día 1 marzo 2008 a las 9:17 pm | Permalink

      Del señor Layton he sacado de la biblioteca un ejemplar de “Poemas de amor” editado por Hiperión en edición bilingüe. Una joyita. Lástima que no haya muchos más libros suyos disponibles en bibliotecas madrileñas, aunque para eso se tiene Internet y conocimientos de inglés. En cualquier caso es mucho más divertido escudriñar entre estanterías de biblioteca. Con dicha técnica he encontrado más de una joyita, al igual que en librerías de segunda mano. Me pasaría tardes enteras hurgando libros y gastando dinero en curiosidades, pero el capital, el espacio y el tiempo son limitados. En fin, qué le voy a contar que usted no sepa…

    6. Escrito el día 2 marzo 2008 a las 10:01 pm | Permalink

      Era una forma de decir, que hay tanto que leer y tan poco tiempo…

      Y sí, hay otros blogs que se ocupan de eso, este por ejemplo: http://lector-malherido.blogspot.com/ . Pero además de que no le gusta nada, ¡pobre qué tortura! No tiene tu estilo ;-)

      Un beso, Miriam G.

    7. the mad hatter
      Escrito el día 15 marzo 2008 a las 12:44 am | Permalink

      Genial. Que viva Santa Wilborada.
      Me gusta tu blog.

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