Buenos dÃas, Amigos y Desconocidos Lectores Constantes.
DÃa de duelo en la Biblioteca Constante, porque David Foster Wallace se ha dormido con sus padres. Lo encontraron muerto el viernes, en su casa de California.
A lo mejor ustedes no saben quién es, Amigos, y yo lamento no haberlo recomendado antes aquÃ, porque me parecÃa un escritor espantosamente bueno y muy difÃcil de reseñar. Sà que lo hice en el programa de radio, libro por libro, con la venia de Ali Ãlvarez, que también es muy fan. El martes, que es cuando vuelve a emitirse la sección de libros, le haremos mano a mano el obituario que merece.
David Foster Wallace escribió esto:
Lo edita Mondadori, lo traduce Javier Calvo y es uno de los libros más divertidos e interesantes que ustedes leerán nunca. Si se animan a comprarlo y leerlo, les recomiendo empezar por el tercero de los ensayos, Dejar de estar bastante alejado de todo, o por el que le da tÃtulo al libro, Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer.
Les pongo rápidamente en antecedentes: la revista Harper’s le pagó a Wallace para que asistiera a la Feria Estatal de Illinois. Wallace fue, sobrevivió al calor, la agorafobia, el encuentro traumático con cerdos, ovejas, vacas y aves de corral, el concurso de comer tartas caseras y demás atrocidades propias de una feria de ganado. Volvió y lo contó todo, y si ustedes pueden leerlo sin reÃrse como poseÃdos, es que no pertenecemos al mismo planeta.
Tiempo después, Harper’s le pagó para que contara su experiencia en un crucero. De ahà sale Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, una maravilla del ensayo y la observación de la conducta humana, donde Wallace hace prodigios con su recurso favorito: nunca las notas a pie de página fueron tan divertidas. Venga, vamos a citar un poquito. Hago extracto de algún detalle poco importante, pero el problema esencial es que Wallace, metido en su camarote, empieza a preocuparse por la excesiva cantidad de servicios y cuidados que el crucero pone a su alcance, los quiera o no. Allá vamos:
***
(…) lo cierto es que casi nunca veo a la encargada de mantenimiento del camarote 1009, la diáfana Petra, con sus pliegues epicánticos de liebre. Pero tengo buenas razones para creer que ella me ve. Porque cada vez que salgo durante más de media hora del camarote me lo encuentro completamente limpio, sin una mota de polvo y con las toallas reemplazadas y el baño reluciente. No me malinterpreten: en cierta forma está bien. Soy bastante vago, paso mucho tiempo en el camarote 1009 y también salgo y entro bastante. Pero cada vez que salgo un momento y vuelvo a entrar, la cama está recién hecha y tiene dobladillos de hospital, y encima de la almohada hay otro bombón de chocolate relleno de menta.
Admito que esa limpieza misteriosa e invisible del camarote resulta genial en cierto sentido, es la fantasÃa de todo verdadero holgazán, que alguien se materialice, arregle el desorden de tu habitación y desaparezca de nuevo: es como tener una mamá sin el sentimiento de culpa. Pero también hay, creo yo, una culpa espantosa en esto, una inquietud profunda y acumulativa, una incomodidad que se presenta -al menos en mi caso- como una especie extraña de paranoia por ser cuidado.
Porque al cabo de un par de dÃas de esta fabulosa limpieza invisible del camarote, empiezo a preguntarme cómo sabe exactamente Petra cuándo estoy en el 1009 y cuándo no. Ahora se me ocurre que casi nunca la veo. Durante un rato hago experimentos, como por ejemplo salir disparado al pasillo de babor de la cubierta 10 por si veo a Petra agazapada en alguna parte vigilando quién sale de su camarote. También doy una batida por toda la zona del pasillo y los techos en busca de alguna clase de movimientos de cámaras o monitores fuera de las puertas de los camarontes; nanay en ambos frentes. Luego descubro que el misterio es todavÃa más complejo e inquietante de lo que habÃa pensado al principio, porque mi camarote es limpiado siempre y únicamente en los intervalos en que estoy fuera durante más de media hora. Cuando salgo, ¿cómo pueden saber Petra o sus supervisores cuánto tiempo voy a estar fuera? Pruebo a salir del camarote un par de veces y volver al cabo de diez o quince minutos a fin de pillar a Petra in delicto, pero nunca está. Pruebo a dejar el camarote hecho un desastre, marcharme, esconderme en alguna cubierta inferior y luego volver a toda prisa al cabo de veintinueve minutos exactamente: de nuevo abro la puerta de golpe, pero ni está Petra ni nadie ha limpiado. Luego abandono el camarote exactamente con la misma expresión y llevando las mismas cosas que la vez anterior, y esta vez permanezco escondido durante treinta y un minutos y regreso: ahora no hay rastro de Petra pero el camarote 1009 está esterilizado, reluciente y hay un bombón en la almohada nueva de la cama.
Sepan que examino con cuidado cada centÃmetro de todas las superficies por las que paso durante estos experimentos: no encuentro cámaras, sensores de movimiento ni ninguna otra prueba que pueda explicar cómo lo saben*. De forma que por el momento postulo que debe de haber un miembro especial de la tripulación asignado a cada pasajero que sigue todo el tiempo a ese pasajero, usando técnicas extremadamente sofisticadas de vigilancia personal e informando de los movimientos de los pasajeros, de sus actividades y de la hora prevista de regreso al camarote al cuartel general del personal de mantenimiento, o algo asÃ. Asà pues, durante un dÃa aproximadamente, intento llevar a cabo acciones evasivas extremas -darme la vuelta de repente y mirar detrás de mÃ, salir de pronto de detrás de una esquina, entrar y salir de la Tienda de Regalos por puertas distintas, etcétera-, pero nunca sorprendo a nadie vigilándome. Nunca consigo desarrollar una teorÃa plausible acerca de cómo lo hacen. Para cuando dejo de intentarlo, ya me siento medio loco y mis medidas de contraespionaje hacen que el resto de los pasajeros del pasillo de babor de la cubierta 10 me miren con miedo e incluso que algunos se den golpecitos con el dedo en la sien.
(* La respuesta de por qué no le pregunto simplemente a Petra cómo lo hace es que el inglés de Petra es extremadamente limitado y primitivo, y lo más triste es que me temo que mi atracción y mi vÃnculo con Petra, la encargada eslava, se ha erigido sobre los endebles cimientos de las dos únicas frases en inglés que parece conocer, dos frases que usa a modo de respuesta a todas mis afirmaciones, preguntas, bromas o protestas por su devoción interminable: “Es no problema” y “Tú ser graciosillo”)
***
Ya saben lo que se están perdiendo, Amigos. Además, en el libro está el muy recomendable E unibus pluram: televisión y narrativa americana, un ensayo sobre exactamente eso, la influencia de la televisión en los autores (y el público) americanos. David Lynch conserva la cabeza será un placer para los fans del director y una sorpresa para quienes no lo son.
Wallace es un cronista estupendo, un ojo atento a las minucias, un intérprete de las señales del futuro y las huellas del pasado. Un titán del artÃculo, un periodista envidiable, un profesor extremadamente ameno y divertido. Yo leà primero un libro de relatos, que me gustó pero no me dejó en el suelo. Y entonces leà Algo supuestamente divertido, allá por el 2001, y me pasmé y me harté de regalarlo y recomendarlo hasta que se hizo difÃcil de encontrar, vaya uno a saber por qué. Y entonces Mondadori editó el reportaje que le da tÃtulo al libro, en esta edición tan pequeñita y barata:
Si usted no está muy convencido de que vaya a gustarle todo el libro, haga la prueba con el reportaje del crucero. No se arrepentirá, creo yo. Y cuando lo haya terminado, todavÃa le quedará esto:
Otra tanda de artÃculos de Wallace, algunos tan divertidos como Gran Hijo Rojo (sobre la ceremonia de entrega de premios al cine porno), o tan interesantes como Arriba Simba (sobre la vida y campaña del candidato McCain), o tan densos y agudos como La autoridad y el uso del inglés americano (sobre eso, el uso del inglés americano y sus diccionarios). Y además, el análisis sobre los libros que escriben los deportistas, en el fantástico Cómo Tracy Austin me rompió el corazón. Y además, la reacción de una comunidad americana y pequeña a los atentados del 11 de septiembre en La vista desde la casa de la señora Thompson. Y además, los artÃculos sobre el sentido del humor de Kafka y la maestrÃa de un biógrafo de Dostoievski.
Y, por si eso fuera poco, la visita al Festival de la Langosta de Maine relatada en Hablemos de langostas, donde Wallace medita sobre la forma habitual de cocinar langosta, arrojándola viva a una olla de agua hirviendo. Algo incómodo, dice Wallace, para la gente que quiere disfrutar de un placer gastronómico, pero no quiere sentirse cruel e insensible. ¿Y cómo puede escapar uno de esa incómoda sensación de que está haciendo sufrir una muerte espantosa a una criatura sensible, y seguir poniéndose tibio a langosta? Tendrán que leerlo para saberlo, Amigos.
Poco más puedo decirles de David Foster Wallace. Reseñarlo es perder el tiempo: vayan, lean y pásmense y regocÃjense. Los Lectores de Relatos tienen también la posibilidad de adquirir el más reciente, Extinción, o el más antiguo, La niña del pelo raro.
También hay algún relato suelto de Wallace en las recopilaciones Lo mejor de McSweeny’s y Generación quemada. Todos los edita Mondadori y creo que los traduce Javier Calvo. Wallace firma también una novela, que yo no recomiendo porque no he sido capaz de leer, que se llama La broma infinita. Como no la tengo, no les puedo dar datos exactos, pero apostarÃa por Mondadori y Calvo, como siempre.
No es una buena entrada, ésta. No encuentro el tono ni soy capaz de transmitirles lo bueno que era Foster Wallace y lo mucho que lamento que haya muerto. Lo único que se me ocurre es que vivió poco pero nos hizo muy ricos, y que desde el viernes somos un poco más pobres, más idiotas, más mezquinos.
Tengan cuidado ahà fuera, donde no sabemos, nunca sabremos, el dÃa ni la hora.
19 Comments
Descanse en paz.
Saludos,
Diego
Bueno, pues se acerca mi aniversario y gracias a usted y a esta entrada ya tengo algo en la lista de regalos.
Un beso, Miriam G.
acabo de descubrir que mi edición de “Algo supuestamente divertido” es la breve con sólo ese artÃculo. La otra está ilocalizable, ni la và ni la veo.
.
De todas formas leer el de Hablemos de Langostas, que sà lo hay, es suficientemente ilustrativo.
He leÃdo que acaban de editar el ensayo sobre la campaña de McCain como libro
Me da cosa empezar “La niña del pelo raro” ahora que este hombre ha desaparecido escandalosamente joven… Me imagino la avalancha de ventas repentinas bajo el repelente fenómeno “de culto” tan pervertido.
Me ha sorprendido que alguien con semejante sentido del humor y agudeza fuera proclive al suicidio, definitivamente, su exacerbado sentido de la observación y descripción del detalle ha podido con él, ha encontrado el sentido a todo, que es un sin sentido, y no ha sido capaz de entenderlo. Paradojas.
Como bien escribe hoy en el Pais Eduardo Lago (autor que en algun momento habrá que leer), todo apuntaba a que lo mejor de Foster Wallace estaba aun por llegar… no se, que pena. El brillante y frágil y trastornado espÃritu americano…
Puede que no hicieras mención en tu blog a este señor escritor, lo que sà conseguiste es que yo me comprara “Hablemos de langostas” tras pasearlo durante unos cuantos dÃas por el curro. O fue que se lo prestaste a un compañero PA? Lo mismo da. Cuando menos decir te oà decir que era un gran libro. Puede que sus notas a pie fueran interminables o que sus artÃculos sobre curiosidades linguÃsticas me dieran igual, porque nunca he leÃdo tanta… no sé como llamarlo, ¿objetividad? ¿Detallismo? ¿Implicación? o fÃjate, que pereza de palabra, profesionalidad, a la hora de valorar las cosas (voy a por un tópico) del “dÃa a dÃa”. Es difÃcil hablar de un festival porno sin ser condescendiente. Es complicado no reÃrnos de una horda de tragones de marisco. En fin, apañera, que a mÃ, sà que me lo recomendaste. Me va a dar manÃa comprarme otros libros suyos ahora, cuando aparezcan recomendados por Clara Sánchez, Empar Moliner, Ãngeles Caso y su puta madre o suban de precio en ediciones dignas de ser regalo de Navidad. Puedo decir que llegue a tiempo de leerlo antes de que la diñara, pero eso da igual, el orden de los factores… En fin que da gusto un escritor diferente y auténtico sin voluntad de serlo.
Pues yo tampoco tenÃa el gusto de conocerle, pero como dice mullidito escribano, el orden de los factores no creo que me afecte y corro a apuntarlo en la lista para amazon de las navidades. Pena, un chico tan jóven…
Un supersaludo
Yo creÃa que las hilarantes notas a pie de página, hechas para desorientar y divertir al lector, creando un nuevo orden de lectura a saltos, era invento de Pratchett. Alguien me apuntó que no, que era de Foster Wallace. Y ahà que uno encuentra a uno de esos genios que no salen en la tele hablando de adaptaciones de sus engendros. Y uno lo disfruta intensamente.
Mira por donde, al poco se nos va.
Encantado de dar de nuevo con usted, Srta. Ingram. Esto es un rayo de sol, uococo.
Me gusto tu perspectiva, motivas a leer. Gracias.
A mi también me lo recomendaste. De la misma tacada el “algo supuestamente divertido..” y Las aventuras de Kavalier y Clay de Chabon. Justo antes de irme de vacaciones. Y hubo regocijo. Gran regocijo.
De lo mucho que se ha escrito sobre él estos dÃas, alguien comentó en alguna lista que Foster Wallace, además de un nombre bárbaro para pasar a la posteridad, tenÃa esa capacidad para analizar la realidad más cercana con ingenio y minuciosidad; de esa forma en que a uno le ponen palabras a sus confusas y vagas ideas.
Pues ciertamente, no recuerdo la referencia exacta de aquel libro de Poe ilustrado por Jesús Gabán, pero bien podrÃa ser “El Gato Negro y otros cuentos de horror” editado por Vicens Vives.
Hola, lector constante. No te veÃa desde los tiempos de la facultad y me ha hecho mucha ilusión encontrarte por estos mundos del dios informático. Me alegro de que vuelvas a tener trabajo y de que te dediques a escribir y leer. Espero que Madrid no te devore y que te deje seguir siendo feliz cada vez que encuentres un libro nuevo. Un beso desde Oviedo
Ostras, no sabÃa que Jesús Gabán tenÃa, aparte de su blog, una magnÃfica web. Allà puedes ver algunas ilustraciones del libro de Poe que te dije además de otras muchas igualmente geniales.
http://www.jesusgaban.com/
No se pueden oir sus intervenciones en la radio por internet?????
Respuestas traigo.
Diego: sÃ, y que la tierra le sea leve. Pobrinho.
Miriam C: ya nos contará si le gustó. Yo creo que, por lo menos, se va a reÃr con Algo supuestamente divertido. Los demás también lo merecen, pero ése, creo yo, es el que engancha y hace devotos.
Leibowitz: pues si encuentras el libro de McCain, lanza una bengala. Porque yo lo he buscado por ahà y ni señal, y tampoco saben decirme si está editado ya o si van a tenerlo en algún momento. En cuanto a la dificultad de conseguir los anteriores, al dÃa siguiente de la muerte de Wallace yo eché un ojo en la FNAC y en la Casa del libro y no quedaba nada, ni uno de sus libros. Ni siquiera la novela, nada. Asà que lo mismo lo reeditan todo en breve, o le hacen una retrospectiva o algo. En cualquier caso, mis libros están a tu disposición. Ven a tomar el café a la nueva sede de la Biblioteca y te los llevas.
Mullidito Escribano: qué placer verle por aquÃ. No sabÃa yo que me seguÃa usted los pasos por la red. Pues me alegro de que le gustara y le digo lo mismo que a la señorita Leibowitz: mis libros son sus libros. Véngase a preparar unas enchiladas a la nueva sede de la Biblioteca y llévese lo que quiera. TodavÃa no tengo sofá para acogerles, pero hay colchoneta hinchable, al menos tan mullidita como usted.
Superwoman: mi consejo es que empiece con Algo supuestamente divertido, que es, además de divertido, la mejor manera de foguearse con Wallace e irle pillando el tono y no asustarse luego con los artÃculos en los que hay dobles y triples notas a pie de página. Jo, qué bueno era. Snif.
El Torres: oh, Dios mÃo. Está usted vivo. CuantÃsimo tiempo, coño. ¿Quiere mandarme un mensajito al correo del Lector, y asà hablamos? Ya sabe, lectorconstantearrobagmailpuntocom. Corra, corra, escrÃbame.
Yo: sÃ, ésa es la intención, que los Amigos Lectores lean cosas buenas y bellas. La mayorÃa ya lo hacen, pero cualquier ayuda es poca. Y los veteranos usan esta sección para recomendar sus propios fetiches, asà que no se corte y hágalo también, si le apetece. Gracias por venir.
Elraspar: no sé si habrá leÃdo usted el relato que figura en Generación Quemada, o en McSweeney’s. Si no, se los puedo llevar a Madrid, si consigo encontrarlos entre el caos de cajas y bolsas que es ahora mismo la sede astur de la Biblioteca Constante. Véngase a la sede nueva a tomar lo que guste, que le debo sus cómics, y tráigame The Wire, si la ha visto ya, y le pasaré a cambio estas cosillas.
Gustavo Rico: gracias por las referencias, anotado queda. A ver si me lo encuentro por ahÃ, aunque he recortado los fondos para adquirir novedades para la Biblioteca Constante, porque tengo demasiadas cosas apiladas sin leer y deberÃa caérseme la cara de vergüenza. La web del señor Gabán ya está convenientemente recomendada y enlazada en la entrada sobre Grimm, pero muchas gracias.
Poluta: me va a perdonar, pero no tengo ni idea de quién puede ser usted. ¿Querrá identificarse un poquito más? Es que yo por la facultad iba más bien poco y me cuesta a veces asociar caras y nombres. Gracias por venir y comentar, de todas formas.
Harrapazak: pues yo creo que no, pero si usted quiere intentarlo, a lo mejor internet nos da la clave. El programa es los martes, sobre las 19:45, y se llama “Libros para la cama”. Lo emite la cadena SER de Gijón. Si ve que hay suerte, venga a contarnos cómo lo consiguió. Y gracias mil por su interés.
Que sepas que “La broma infinita”, que no recomiendas, está considerada la mejor obra del autor.
Luz.
Luz: no la recomiendo porque no fui capaz de pasar de la página quince, asà que estarÃa recomendando completamente a ciegas. Lo mismo es buenÃsima, pero a mà me superó absolutamente y no le di una segunda oportunidad. Si usted la leyó y nos la quiere contar, yo se lo agradecerÃa infinito, de verdad.
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