Buenos dÃas, Amigos y Desconocidos Lectores Constantes.
Bienvenidos al Nuevo y Perfeccionado Lector Constante, que espero que sea del agrado de ustedes, Amigos. Ahora es todo más grande, está más ordenado y tiene un pequeño bufón con un gran libro en una esquina. Yaaajuiii.
La autora de la programación y del nuevo diseño es la señorita Kit Moresby, webmistress freelance y antropóloga en los ratos libres. Sin ella, nada de esto serÃa posible, porque ya es legendaria mi absoluta incapacidad para trastear con la herramienta de Satán que hemos dado en llamar ordenador. Por no mencionar mi completa ceguera a los colores, mi carencia de visión espacial o mi desconcierto a la hora de decidir entre más de dos opciones. Bien, hurra y bravo por la señorita Moresby, responsable de que el Lector sea algo más que una página blanca con letras negras.
El trabajo profesional de la señorita Moresby puede verse y contratarse en el enlace que encontrarán en la columna de la izquierda. O aquÃ:
Donde podrán ver cosas tan bellas como esto:
Esto:
Esto:
O incluso esto:
La señorita Moresby, preocupada por el correcto funcionamiento del nuevo diseño, me pide que les transmita lo que sigue:
- El Nuevo y Perfeccionado Lector Constante puede tener algún fallo, porque la entropÃa es un hecho y la confusión no sólo reina, también gobierna. Si ustedes, Amigos, observan anomalÃas de cualquier tipo, pueden señalarlas en la sección de comentarios. Problemas en la navegación, ruiditos inquietantes, reacciones alérgicas, cualquier sÃntoma de decadencia que observen con sus crÃticos y agudos ojitos. Gracias mil.
- El Nuevo y Perfeccionado Lector Constante tiene una nueva dirección para las suscripciones RSS. Si ustedes, Amigos, desean seguir recibiendo las nuevas entradas en sus feeds, harán bien en actualizar su suscripción. Tampoco estarÃa de más que lo comentaran a cualquier Amigo Lector que desconozca la situación actual y que achaque la falta de actualizaciones a la desidia, la holgazanerÃa y demás vicios que constituyen la herencia de la humanidad. Corran la voz. Gracias mil.
- El Nuevo y Perfeccionado Lector Constante admite y agradece la colaboración de todos ustedes. ¿Tienen algo que decir sobre el diseño nuevo? ¿Echan algo en falta? ¿DesearÃan otras categorÃas, más imágenes, menos verso, más biologÃa, un poquito de esto o de aquello? ¿Un foro, un formulario para enviar comentarios privados, una lista de autores o libros para comentar? AnÃmense a tomar por asalto la sección de comentarios y opinar como si no hubiera un mañana. Somos todo oÃdos. Y, de nuevo, gracias mil.
Creo que eso era todo. El Nuevo y Perfeccionado Lector Constante les agradece su atención y su fidelidad, y se dispone a iniciar una nueva etapa. Mi intención, como de costumbre, es actualizar más a menudo y terminar de una puta vez todas esas entradas que tengo en borrador, acumulando polvo y aburrimiento.
También, si a ustedes les parece oportuno, me apetece contarles algo más de mi trabajo. Muchos de ustedes, me consta, escriben sus propios blogs, relatos, artÃculos y demás géneros breves. Alguno tendrá una novela durmiendo en un cajón, a la espera de tiempos mejores para los escritores inéditos. Se me ocurre que a lo mejor están interesados en aprender algo acerca del guión, por pura curiosidad o para escribir correctamente sus propios guiones. Yo estoy todavÃa aprendiendo los rudimentos del género y las técnicas más básicas, y el proceso está resultando muy divertido e inspirador. Si a ustedes les apetece compartirlo, no tienen más que señalarlo asà en la sección de comentarios, y yo incluiré una nueva categorÃa entre las habituales y les contaré, un suponer, cómo se escribe una escena, cómo se elabora un arco horizontal o cómo se detecta una pifia escondida entre setenta páginas de guión.
Y con esto, Amigos, pasamos a inaugurar el Nuevo y Perfeccionado Lector Constante con una nueva entrada. Ahà tienen, para su deleite, una selección de comienzos de diversos libros. Algunos son ya clásicos y se citan siempre que se habla de este tema, otros son aportaciones de Amigos Lectores y alguno me lo he sacado de la manga. No pretende ser una lista exhaustiva, sólo una muestra, asà que si usted, Amigo Lector, echa en falta su comienzo favorito de novela, relato, poema, guión o receta de cocina, siéntase libre de contarlo al resto de los Lectores en la sección de comentarios. Todos lo disfrutaremos.
Pasen y lean, Amigos.
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CIEN AÑOS DE SOLEDAD (Gabriel GarcÃa Márquez)
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano BuendÃa habÃa de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
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SCARAMOUCHE (Rafael Sabatini)
Nació con el don de la risa y con la intuición de que el mundo estaba loco. Y ese fue todo su patrimonio.
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YO, CLAUDIO (Robert Graves)
Yo, Tiberio Claudio Druso Nerón Germánico y tal cual (porque no pienso molestarlos con todos mis tÃtulos), que otrora, no hace mucho, fui conocido por mis parientes, amigos y colaboradores como Claudio el Idiota, o Ese Claudio, o Claudio el Tartamudo, o Clau-Clau-Claudio, o cuanto mucho, como El pobre tÃo Claudio, voy a escribir ahora esta extraña historia de mi vida. Comenzaré con mi niñez más temprana y seguiré año tras año, hasta llegar al fatÃdico momento del cambio en que, hace unos ocho años, a la edad de cincuenta y uno, me encontré de pronto en lo que podrÃa denominar “la jaula dorada”, de la cual jamás he podido zafarme desde entonces.
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LA METAMORFOSIS (Franz Kafka)
Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza, veÃa un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podÃa mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridÃculamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.
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LOLITA (Vladimir Nabokov)
Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Mi pecado, mi alma. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.
Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuanÂdo firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.
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MEMORIAS DE ÃFRICA (Isak Dinesen)
Yo tenÃa una granja en Ãfrica, al pie de las colinas de Ngong.
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GRANDES ESPERANZAS (Charles Dickens)
Como mi apellido es Pirrip y mi nombre de pila Philip, mi lengua infantil, al querer pronunciar ambos nombres, no fue capaz de decir nada más largo ni más explÃcito que Pip. Por consiguiente, yo mismo me llamaba Pip, y por Pip fui conocido en adelante.
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ANA KARENINA (León Tolstoi)
Todas las familias dichosas se parecen, y las desgraciadas, lo son cada una a su manera.
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EL HOBBIT (J. R. R. Tolkien)
En un agujero en el suelo, vivÃa un hobbit. No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad.
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EL SEÑOR DE LAS MOSCAS (William Golding)
El muchacho rubio descendió un último trecho de roca y comenzó a abrirse paso hacia la laguna. Se habÃa quitado el suéter escolar y lo arrastraba en una mano, pero a pesar de ellos sentÃa la camisa gris pegada a su piel y los cabellos aplastados contra la frente. En torno suyo, la penetrante cicatriz que mostraba la selva estaba bañada en vapor.
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MOBY DICK (Herman Melville)
Llamadme Ismael. Hace unos años -no importa cuánto tiempo exactamente- con muy poco o ningún dinero en el bolsillo y sin nada en tierra que me interesara, creà que podrÃa ir a navegar por ahà y ver la parte acuática del mundo. Es mi modo de ahuyentar la melancolÃa y regular la circulación. Cada vez que me sorprendo con una expresión de tristeza en la boca que va en aumento; cada vez que me descubro deteniéndome involuntariamente ante las tiendas de ataúdes, y siguiendo a cualquier funeral con que me encuentro; y especialmente si la hipocondrÃa me domina de tal modo que hace falta un sólido principio moral para no salir a la calle y derribar metódicamente los sombreros de los transeúntes, entonces, comprendo que ha llegado la hora de hacerme a la mar cuanto antes.
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EL GUARDIÃN ENTRE EL CENTENO (J. D. Salinger)
Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nacÃ, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacÃan mis padres antes de tenerme a mÃ, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso.
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NEUROMANTE (William Gibson)
El cielo sobre el puerto tenÃa el color de una pantalla de televisor sintonizada en un canal muerto.
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LAS TRAVESURAS DE GUILLERMO (Richmal Crompton)
Guillermo se sentÃa amargado. Estaba pasando por uno de sus periodos -bastante frecuentes- de impopularidad. Y habÃa llegado al punto culminante de esa impopularidad cuando una tÃa tÃmida le habÃa regalado seis peniques, esperando granjearse asà sus simpatÃas.
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EL HOMBRE QUE PUDO REINAR (Rudyard Kipling)
“Hermano de un prÃncipe y camarada de un mendigo, siempre que sean dignos de ello”:
La ley citada prescribe una lÃnea clara de conducta, y nada fácil de seguir. Yo he sido camarada de un mendigo una y otra vez bajo circunstancias que impedÃan que cada uno de los dos averiguara si el otro era digno de ello. TodavÃa me falta ser hermano de un prÃncipe, aunque en cierta ocasión estuve a punto de emparentar con quien pudo haber sido un verdadero rey: un hombre a quien tocaba un reino, con ejército, tribunales, rentas y sistema polÃtico, todo completo. Pero, hoy, mucho me temo que mi rey está muerto, y si ambiciono una corona debo procurármela yo mismo.
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TARZÃN DE LOS MONOS (Edward Rice Burroughs)
Esta historia me la proporcionó alguien que no tenÃa motivo alguno para contármela, ni a mà ni a nadie. El principio del relato podrÃa atribuirlo a la seductora influencia que sobre el narrador ejercÃan los vapores etÃlicos de una añeja cosecha. El resto de la extraña fábula llegarÃa como consecuencia de la escéptica incredulidad que manifesté durante los dÃas siguientes.
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LA CASA DE ASTERIÓN (Jorge Luis Borges)
Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropÃa, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias.
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FAHRENHEIT 451 (Ray Bradbury)
ConstituÃa un placer especial ver las cosas consumidas, ver los objetos ennegrecidos y cambiados.
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EL CUMPLEAÑOS DE LA INFANTA (Oscar Wilde)
Era el cumpleaños de la infanta. TenÃa exactamente doce años, y el sol lucÃa con brillantez en los jardines del palacio.
Aunque era una princesa real y la infanta de España, sólo tenÃa un cumpleaños una vez cada año, igual que los niños más pobres y por eso era de gran importancia para todo el paÃs que ella pasara un bello dÃa en esta ocasión. Y realmente era un bello dÃa. Los altos tulipanes moteados se erguÃan sobre sus tallos como largas filas de soldados y parecÃan desafiar a las rosas a través de la hierba, diciendo:
-Somos tan espléndidos como vosotras.
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LA BIBLIA
1:1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
1:2 Y la tierra estaba desordenada y vacÃa, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el EspÃritu de Dios se movÃa sobre la faz de las aguas.
1:3 Y dijo Dios: sea la luz; y fue la luz.
1:4 Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
1:5 Y llamó Dios a la luz DÃa, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana del dÃa primero.
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ORGULLO Y PREJUICIO (Jane Austen)
Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa.
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LA PIEL FRÃA (Albert Sánchez Piñol)
Nunca estamos infinitamente lejos de aquellos a quienes odiamos. Por la misma razón, pues, podrÃamos creer que nunca estaremos absolutamente cerca de aquellos a quienes amamos. Cuando me embarqué ya conocÃa este principio atroz. Pero hay verdades que merecen nuestra atención, y hay otras con las que no conviene mantener diálogos.
Tuvimos la primera visión de la isla al amanecer.
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EL PROCESO (Franz Kafka)
Alguien tenÃa que haber calumniado a Joseph K, pues fue detenido una mañana sin haber hecho nada malo.
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EL CORAZÓN DELATOR (Edgar Allan Poe)
¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad habÃa agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oÃdo era el más agudo de todos. OÃa todo lo que puede oÃrse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oà en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen… y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.
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NO ES PAÃS PARA VIEJOS (Cormac McCarthy)
Mandé a un chico a la cámara de gas en Huntsville. A uno nada más. Yo arresté y yo testifiqué. Fui a visitarlo dos o tres veces. Tres veces. La última fue el dÃa de su ejecución. No tenÃa por qué ir, pero fui. Naturalmente, no querÃa ir. Habia matado a una chica de catorce años y os puedo asegurar que yo no sentÃa grandes deseos de ir a verle y mucho menos de presenciar la ejecución, pero lo hice.
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HISTORIA DE DOS CIUDADES (Charles Dickens)
Era el mejor de los tiempos y el peor; la edad de la sabidurÃa y de la tonterÃa; la época de la fe y la época de la incredulidad; la estación de la luz y la de las tinieblas; era la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación; todo se nos ofrecÃa como nuestro y no tenÃamos absolutamente nada; Ãbamos todos derechos al cielo, todos nos precipitábamos en el infierno.
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Y con esto cerramos por hoy, Amigos. Créditos y me vuelvo a trabajar. Un placer volver a estar con ustedes, estrenando ropa y combatiendo la entropÃa. Claro que sÃ.
CRÉDITOS
- Cientos de disculpas a los traductores de todos los textos que figuran en esta entrada. No están tomados de mis libros, sino de la red, que normalmente no acredita como debe esas cosas. De todas formas, creo que los tengo todos, asà que prometo buscarlos, abrirlos, encontrar el dato y editar entonces la entrada para incluirlo. Y como desagravio, prometo mencionar siempre, siempre al traductor de los libros que recomendamos en el programa de radio. Los Oyentes Constantes darán fe de mi promesa.
- La imagen que ilustra El cumpleaños de la infanta, de Oscar Wilde, es obra de (y pertenece a) una ilustradora portentosa, llamada Jessie M. King. Está tomada sin permiso pero sin ánimo de lucro de esta página: http://king.artpassions.net/. Vayan a pasmarse, es un lugar increÃble, un cofre de tesoros, una plétora de maravillas, un enjambre de prodigios.
- La imagen que ilustra Orgullo y prejuicio, de Jane Austen, es de dominio público. La hizo un señor llamado Hugh Thomson en 1894 y representa a la familia Bennet.
- Salvo las excepciones mencionadas, todos los textos y las imágenes fueron tomados de la red, sin ánimo de lucro y, sobre todo, sin ánimo de jorobar a nadie. No tengo manera de escanear mis propios libros, y algunos ni siquiera están aquÃ, en la sede madrileña de la Biblioteca Constante. Si alguien se sintiera perjudicado por el uso que estoy haciendo de su trabajo, no tiene más que decirlo. Lo retiraré de mi página y pensaré que es un quisquilloso, un tiquismiquis y un picajoso, pero no se lo diré. Al resto, muchas gracias.
Hale, a trabajar. El capÃtulo 37 de mi serie, el guión de un cortometraje y la biblia de otra serie me miran con ojos de corderito blanco. Pasen ustedes un buen dÃa.
Y, naturalmente, tengan cuidado ahà fuera, porque habrá que romperlo todo para volver a empezar.
18 Comments
Yo siempre quise ser Meryl Streep y decir eso de “I had a farm in Africa…”
Un comienzo que resulta escalofriante y placentero a partes iguales es la carta con la que comienza “La Familia de León Roch” de Galdós. Es muy largo para un comentario, pero pueden leerlo aquÃ:
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/68037519217804384122202/p0000001.htm#I_1_
Siempre es un placer leerte…y como siempre, esta ha sido otra de esas veces. Felicidades por el diseño y por la entrada.
Suyo siempre:
Monsieur Ikermann
Bellérrimo.
AñadirÃa las primeras lÃneas de “Corazón tan blanco”, el resto de la novela es más barullona que una pelÃcula de Alan J. Pakula, pero el principio es hermoso y musical.
buen comienzo. bonita nueva página del lector constante. felicidades, lector constante; mis elogios, Kit Moresby.
aporto las primeras lineas de unos cuantos libros que tengo aquÃ:
El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (Stevenson)
Mr. Utterson, el abogado, era hombre de semblante adusto jamás iluminado por una sonrisa, frÃo, parco y reservado en la conversación, torpe en la expresión del sentimiento, enjuto, largo, seco y melancólico, y, sin embargo, despertaba afecto.
Una temporada en el infierno (Rimbaud)
Antaño, si lo recuerdo bien, mi vida era un festÃn donde se abrÃan todos los corazones, donde todos los vinos corrÃan.
La consolación de la filosofÃa (Boecio)
Yo que, en otro tiempo, con juvenil ardor compuse inspirados versos, me veo ahora, ¡ay de mÃ!, obligado a entonar tristes canciones.
Pedro Páramo (Rulfo)
Vine a Comala porque me dijeron que acá vivÃa mi padre, un tal Pedro Páramo.
y, no sé si vale, por ser teatro, el del don juan de zorrilla. habla don juan:
¡Cuán gritan esos malditos!
Pero, ¡mal rayo me parta
si en concluyendo la carta
no pagan caros sus gritos!
(Sigue escribiendo)
ayyy qué buena idea!! menuda selección de novelazas!! Mi comienzo favorito: el de LOLITA.
AñadirÃa otro comienzo memorable: el de El corazón de las tinieblas, de J. Conrad:
Buenos dÃas y miles de gracias por darle un bonito comienzo a la jornada, algo que disfrutar con el café antes de -gññññ- ponerse a currar. Me gusta mucho la página nueva, ya tendremos tiempo de sobra para despiezarla y comentarla con calma. También me han gustado los comienzos sugeridos en los comentarios, me habÃa quedado con la miel en los labios y ganas de más. Es una pena que no pueda permitirme ahora la dispersión mental necesaria para aportar algún otro.
Besos mil
Hola, Doña Sara. Qué gusto reencontrar el Lector Constante. Si le sirve de ayuda, la traducción de “Moby Dick” que usted pone no es la de Enrique Pezzoni, como podrÃa inferirse de la tapa allà colocada. La de Pezzoni comienza: “Pueden llamarme Ismael. Hace algunos años —no importa cuántos, exactamente—, con poco o ningún dinero en la billetera y nada de particular que me interesara en tierra, pensé en darme al mar y ver la parte lÃquida del mundo.†Sobre los porqués de esta traducción comentó hace algunos años César Aira (buen traductor también él) en una contratapa de “Babelia”, donde recordaba una conversación con Pezzoni al respecto.
En cambio, la traducción de “Lolita” sà es de Pezzoni, aunque todavÃa en las ediciones de Anagrama aparezca torpemente como “Enrique Tejedor”, que es el seudónimo que eligió Pezzoni para firmar su trabajo en 1959. Sucede que entonces era profesor de un liceo de señoritas y temÃa por la continuidad de su trabajo si se sabÃa que él habÃa traducido ese libro escandaloso.
Un saludo.
Echo de menos que no se lean los principios de las entradas, un algo, por lo menos.
Pero grande, como siempre.
un saludo
Bueno pues aprovechando la inauguracion de su página, me inauguro como lector de los que comentan, desde hace tiempo intento seguir su blog para darme cuenta de cuanto hay por descubrir.
Me es complaciente ver que he leido la mitad de los libros que comenta usted, yo, que pase de la serie roja de Barco de Vapor a Nietzsche, Kafka y Dostoyevski. Para luego transformarme en un pedazo de inculto literario que solo lee manuales de usuario, libros de cocina y relatillos cortos.
Bueno y ahora, aprovechando esos manuales de usuario, va la recomendacion de diseño.
Como sus relatos suelen ser largos, segun bajas el texto va quedando descentrado ya que el margen izquierdo donde antes estaban las categorias, ahora deja un vacio amarillo que hace feo. Solucion, algun tipo de “contenedor” que flote a la izquierda y que permanezca siempre fijo aunque se haga scroll del bloque central. Para posibles rellenos: simplemente el propio menu de arriba o mejor aun alguna reflexion o texto del Lector, o incluso una receta del Jambalaya.
SAludos
Qué nuevo qué amplio y qué pintón.
Yo añadirÃa la del bueno de Tom (Sawyer, claro):
¡Tom!
Silencio.
-¡Tom!
Silencio.
-¡Dónde andará metido ese chico!… ¡Tom!
En primer lugar, muy bonito el nuevo estilo, aunque se me hace raro el amplio espacio en blanco que queda a la izquierda cuando termina la barra. Mi natural inclinación por la simetrÃa se desconcierta con ello, pero acabaré por acostumbrarme.
En segundo lugar, cualquier cosa que tenga a bien contarnos sobre la escritura de guiones, que me parece un arte complejo y fascinante, será bien recibido, e incluso jaleado por mi parte.
En tercer lugar, aparte de ese extraño recuadro de texto invertido (“Esta era la inscripción que habÃa en la puerta de cristal de una tiendecita…”) con el que da comienzo La Historia Interminable, uno de los principios que más me gustan es el del primer capÃtulo de El Club Dumas:
“Me llamo Boris Balkan y una vez traduje La Cartuja de Parma. Por lo demás, las crÃticas y recensiones que escribo salen en suplementos y revistas de media Europa, organizo cursos sobre escritores contemporáneos en las universidades de verano, y tengo algunos libros editados sobre novela popular del XIX. Nada espectacular, me temo; sobre todo en estos tiempos donde los suicidios se disfrazan de homicidios, las novelas son escritas por el médico de Rogelio Ackroyd, y demasiada gente se empeña en publicar doscientas páginas sobre las apasionantes vivencias que experimenta mirándose al espejo.”
Es un poco trampa, porque no son las primeras palabras del libro, ya que antes va el prólogo, pero me gusta igual.
Un saludo, y ánimo en esta nueva etapa.
Sólo venÃa a desearle suerte, Striker. Confiamos en usted.
De El Sueño De Un Hombre RidÃculo, de Fiódor Dostoyevski:
“Soy un hombre ridÃculo. Ahora me llaman loco. Eso representarÃa un ascenso de categorÃa si no continuara siendo tan ridÃculo como antes para la gente. Sin embargo, ahora ya no me enfado, todo el mundo me parece simpático y dirÃa que más aún cuando se rÃen de mÃ. Yo mismo me reirÃa con los demás, no por querer reÃrme de mÃ, sino por amor a ellos. Lo harÃa si al contemplarlos no me causaran tanta pena. Me entristecen, porque no conocen la verdad y yo sà la conozco. ¡Qué duro, Ay, ser el único en conocer la verdad! Pero cosa es ésta que no comprenderán. No, no la comprenderán.”
Y sà que estarÃa bien lo de los guiones: quién a qué acabará uno dedicándose…
“quién sabe a qué acabará uno dedicándose”, quise decir.
Me permito añadir algunos otros comienzos interesantes, disfrútelos recordándolos:
Gormenghast, es decir, la mole principal de la piedra originaria, habrÃa ostentado una cierta cualidad de pesadez arquitectónica si hubiese sido posible ignorar el enjambre de mÃseras viviendas que circunvalaban los muros exteriores como una erupción epidémica.
(Mervyn Peake, Titus Groan)
Soy un hombre enfermo… soy un hombre rabioso. No soy nada atractivo. Creo que estoy enfermo del hÃgado. Sin embargo, no sé un higo de mi enfermedad y seguramente tampoco pueda precisar qué es lo que me duele. No estoy en tratamiento y nunca lo estuve, aunque siento respeto por la medicina y los médicos. Además, soy supersticioso a más no poder, aunque lo justo como para respetar la medicina. (Tengo la suficiente formación como para no ser supersticioso, pero lo soy.) Y si no deseo curarme es por rabia. Probablemente ustedes no estén dispuestos a entender esto. Pero yo sà que lo entiendo.
(Dostoievsky, Memorias del subsuelo)
Los copos de nieve, que vuelan trazando arcos, han cuajado de estrellas las paredes de los edificios anexos, y también la ropa de los primos, cuyos sombreros ha arrebatado el fuerte viento que sopla, procedente de Delaware. Los muchachos ponen los trineos a cubierto, secan y engrasan con esmero los patines, depositan los zapatos en el zaguán de la entrada trasera y, con los pies enfundados en las medias, bajan a la gran cocina, donde desde la mañana reina una agitación en absoluto improvisada, un bullicio acentuado por las resonantes tapaderas de varias ollas y cacerolas con estofado, y por la atmósfera, que huele a especias que se utilizarán para los pasteles, a frutas peladas, a sebo y azúcar caliente.
(Thomas Pynchon, Mason y Dixon)
Ah, y bienvenidos sean sus comentarios profesionales sobre el arte de narrar. Los que garrapateamos en un papel tratando de urdir una trama coherente se lo agradeceremos.
Gracias, gracias a todos. Qué buenos Lectores tiene el Lector.
QueerEnquirer: ya tenemos regalo para usted, estas Navidades. El perfume Versatilidad, de Meryl Streep, naturalmente.
W: lo suyo con Galdós ya va siendo enfermizo, ¿eh? Gracias por aportar otro comienzo potente, en cualquier caso.
Ike: gracias a usted, candente bala de terror oriental. Un placer verle por aquÃ.
Malvado Ming: es un buen comienzo, aunque yo tengo algo contra la palabra “sostén”, asà que me rechinan un poquito los dientes al leerlo. Gracias por venir, interrumpiendo la ardua labor de seducir incautas damiselas. Nos vemos en un par de semanas, que vuelvo al terruño.
dadaa: qué vergüenza, olvidé completamente el de Pedro Páramo, y mire que es bueno. Y el del Don Juan, que también es estupendo. Gracias por venir y aportarlos, Lector Constante Más Allá de la Muerte.
Leibowitz: pues mire que a mà los comienzos de Conrad nunca me matan, pero también hay cosas como A sangre frÃa, que tienen un comienzo de lo más normalito y luego despliegan un mapa de maravillas. Gracias por traerlo, de todas formas.
Gatabast: pues si se le ocurre alguno fuera de plazo, somos todo oÃdos. Es una cosa muy atractiva, esto del buen comienzo. Gracias por venir con el párpado a media asta.
Vivaldo Moore: gracias por venir, aunque no sé si le tengo ubicado con ese nick. Lo de las traducciones y las portadas, mea culpa, ya digo que los textos están sacados de la red y no de mis propios libros. A ver si edito la entrada con los textos adecuados. Gracias mil por señalarlo y matizar.
Harrapazak: pues a mà me pasa lo mismo, fÃjese. Pero ocurre que la webmistress me pregunta siempre lo que quiero y yo respondo siempre que no tengo ni idea, y no es hasta pasado un tiempo que me doy cuenta de que alguna cosa me gusta más que alguna otra. Es posible que vuelvan a verse las entradas. También es posible que no. Gracias por comentarlo, en cualquier caso.
javicho: bien visto, hay una curiosa falta de simetrÃa a medida que uno baja el cursor. Eso tiene un motivo, pero que me cuelguen de una zarza ardiente si recuerdo cuál era. Paso el comentario a mi webmistress, a ver qué opina ella. Gracias por señalarlo.
El Flaco: en esta casa somos devotos de Mark Twain, asà que gracias por serlo también y traer el comienzo de Tom Sawyer. Manda cojones que se me haya olvidado, cuando la entrada anterior va ilustrada con una imagen de Tom encalando la valla.
Sibila: gracias por los comentarios, ya ve que alguno más está de acuerdo con sus impresiones. Respecto a los guiones, en algún momento intentaré contarles lo que voy aprendiendo, pero me parece que voy a necesitar mucha concentración, porque ya le digo que llevo poco en el oficio y algunas cosas las estoy haciendo por intuición, no porque sepa la norma. Gracias por aportar su comienzo, creo que lo que más me gusta es la primera lÃnea.
Marco Fernández: gracias por los ánimos, carismático lÃder. También le deseo suerte, donde quiera que esté. Venga alguna vez a casa, hombre, y no se haga tan caro de ver.
Davgard: muchÃsimas gracias, qué buen comienzo el que firma Dostoievski. Siempre agradecemos que alguien venga a hablarnos de Dostoievski, y hasta le damos posada y cena por ello. Lo del guión no lo echo en olvido, pero tengo que organizar antes los conceptos y la mejor forma de contárselo a ustedes, para no meter la pata hasta el cuezo, confundir a los profanos y ofender a los expertos.
Maese: Más Dostoievski, aleluya. El de Gormenghast es bueno, pero es mucho mejor si uno sabe lo que viene después. Y Pynchon es, creo, engañosamente sencillo para lo que luego hace con sus novelas, que es volver loco al lector. Gracias mil por traerlos, es usted bello y suave como culito de nutria.
Tengan cuidado ahà fuera, donde un hombre gordo vestido de rojo dice hou, hou, hou.
El comienzo de “Unos Caballos Muy Lindos” (“All the Pretty Horses”) de Cormac McCarthy me gusta mucho también. De hecho, me gusta más el comienzo de la traducción al español que tengo (obra de Pilar Giralt Gorina), que el del texto original. Ahà va:
«La llama de la vela y la imagen de la llama de la vela reflejada en el espejo de cuerpo entero se retorció y enderezó cuando el hombre entró en el vestÃbulo y cerró la puerta.»