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  • Me cago en tus muertos

    Buenos días, Amigos y Desconocidos Lectores Constantes.

    Ayer estaba yo viendo un capítulo de Orange is the new black (porque es devoción lo que hay en esta casa por el género carcelario) y escuché el siguiente diálogo entre dos personajes:

    —Vete al infierno, frijolero de mierda.

    —¡Frijoleros son los mexicanos! ¡Yo soy dominicano!

    —Era un insulto y los insultos no tienen que tener lógica. Tienen que tener odio.

    En esta casa, además de por el género carcelario, también hay devoción por el insulto. Aquí bendecimos la ofensa, el agravio, el denuesto, la injuria, la afrenta, el baldón, el escarnio y, por supuesto, el improperio y el vituperio, que encima son polisílabos estupendos y de aroma muy clásico. ¿Y por qué nos gusta tanto el insulto? Porque pone de manifiesto el tremendo poder de la palabra. Piénsenlo dos veces: una palabra ofensiva en el lugar y el momento adecuados puede provocar un divorcio, una mano de hostias o incluso una guerra bien bonita entre dos pueblos que ya se la tenían jurada pero nunca habían llegado a las manos.

    Dos ejemplos estupendos de insulto, para gozo y asombro de los Lectores Constantes, venga.

    MADRE NO HAY MÁS QUE UNA

    Por la devoción que les comento hacia el insulto y el improperio, hubo alegría, alborozo y zapatetas en mi hogar cuando encontré este libro en una librería de segunda mano:

    lengua

    Desde ya les digo que, a pesar de contener barbaridades interesantísimas, el libro no es muy de fiar como tratado del insulto europeo: nos atribuye a los españoles insólitas expresiones que yo no he oído en mi vida. Según Stephen Burgen (que es periodista y no filólogo), exclamamos “¡cojón de mi corazón!” cuando nos cuentan una historia extraordinaria, decimos del hombre que practica el coitus interruptus que “escupe en la calle” y, del que tiene suerte, que “tiene la polla lisa”. Alguien debería explicarle también que  los andaluces se llaman unos a otros “picha” (o, más bien, pisha) y no “pichi” y que, en cualquier caso, eso no guarda ninguna relación con “pichichi”.

    Viendo lo que hace con el español, miedo me da lo que cuenta de otros idiomas como el finlandés o el griego. Pero hay insultos tan simpáticos que si no son ciertos, deberían serlo. Según Burgen, los franceses llaman “garaje de pollas” a una mujer promiscua, mientras que en Portugal, la virginidad de la mujer se llama os três, trinidad que consiste en el coño, el culo y la boca, y la mujer que pierde la virginidad perde os três. Insultar a alguien cuestionando el comportamiento sexual de las mujeres de su familia es un clásico, especialmente en países mediterráneos y católicos, pero parece que también en árabe y en urdu es posible ofender a un hombre llamándolo “cuñado”, lo que da a entender que te has follado a su hermana. Los que leyeron en su día el Martín Fierro recordarán este momento:

    Se tiró al suelo; al dentrar
    le dio un empellón a un vasco
    y me alargó un medio frasco
    diciendo: “Beba, cuñao.”
    “Por su hermana”, contesté,
    “que por la mía no hay cuidao”.

    En fin, que el libro patina muchas veces en los ejemplos y las interpretaciones, pero también hace un interesante estudio de las categorías del insulto que merece la pena leer. La mayoría, como no podía ser de otra manera, se centran en el comportamiento sexual de las mujeres: los tres insultos más universales hacia un hombre son hijo de puta (tu madre folla por dinero), cabrón (tu mujer folla con alguien que no eres tú) y maricón (follas como si fueras una mujer). También los hay relativos a la inteligencia, los hábitos de higiene o alimentación, la religión y otros mil aspectos de la vida humana. Me gustaría leer un análisis algo más exhaustivo y riguroso sobre el asunto, pero entre que lo encuentro y no, vamos a hablar sobre otro insulto extendido por todo el planeta: el mentar a la madre y, concretamente, la especialidad conocida como The Dozens. Esto dice Burgen al respecto:

    ***

    (…) Los insultos típicamente mediterráneos como “¡tu madre!” son corrientes entre los afroamericanos y los afrocaribeños. Más antiguo aún es el insulto ritualizado, practicado aún por jóvenes negros, conocido como the dirty dozen (la docena obscena) desde 1620 y, más recientemente como the snaps, en el que los participantes intercambian insultos acerca de sus respectivas madres y a veces acerca de otras mujeres de la familia. El ritual se inició entre los bantúes y los yorubas, pero se oyen variaciones de boca de niños en los parques de Gran Bretaña y Norteamérica. Los niños del Próximo Oriente, de Turquía y de México participan en juegos similares, que en México se conocen como “albures” (retruécanos, juegos de palabras).

    En estos juegos, por muy duro que sea, el insulto no ha de ser verídico, de modo que el proceso se mantiene en el campo de lo ritual. Los intercambios, ejemplos de los cuales figuran en la película White Men Can’t Jump, son por el estilo de los que presentamos a continuación:

    —Your mamma like a police station, dicks going in and out all the time. (“Tu madre es como una comisaría, todo el rato entran y salen cantidad de capullos”).

    —At least my mamma ain’t no cake, everybody gets a piece. (“Al menos mi madre no es como un pastel, que todo el mundo pilla cacho”).

    —Your mamma like a railroad track, laid all over the country. (“Tu madre es como la vía del tren, se tiende por todo el país”).

    Con menor frecuencia los insultos se centran en la pobreza, aunque no si se sabe que la familia del contrincante pasa por una época especialmente difícil. Son por el estilo de “Your family so poor the rats and roaches eat lunch out” (“tu familia es tan pobre que las ratas y las cucarachas salen a comer”) y siguen en lo que, hasta los años veinte, constituía una pauta de doce insultos y réplicas (de ahí la docena), si bien esta estructura ha caído en desuso. La idea es probar la habilidad verbal y mantenerse tranquilo frente a la provocación.

    ***

    Me fío poco del señor Burgen y es atroz la carencia de libros sobre el tema en la Biblioteca Constante (ahí lo dejo, para los que nunca saben qué regalarme por mi cumpleaños), por lo que he ido a consultar la wiki y esto les cuento: The dirty dozen es el título original de Doce del patíbulo. El campeonato de insultos figura como The Dozens. Hay unas cuantas teorías acerca del nombre, una de las cuales dice que proviene del verbo inglés to dozen, que data del siglo XIV y significa “aturdir, confundir, dejar pasmado”. Otra teoría sugiere que el término se origina en las subastas de esclavos en Nueva Orleans: los esclavos con deformidades o amputaciones (castigo habitual por desobedecer) eran vendidos en lote, en lo que se llamaba “the cheap dozen” (“la docena barata”), y ya imaginarán ustedes el escasísimo valor y el negrísimo futuro que tenían estos esclavos.

    Sea cual sea el origen del nombre, los insultos rituales forman parte de cantidad de culturas africanas: los zulúes, los nigerianos y los mandinga ya ponían a caldo a la madre del vecino, generalmente rodeados de un público entregado, que aplaudía cada nuevo insulto y animaba a los contendientes a ofenderse más y mejor. En el campeonato de insultos participan adultos y niños, hombres y mujeres, pero lo más habitual es que lo practiquen los adolescentes varones, que están probando los dientes, como si dijéramos. Muchos estudiosos del asunto coinciden en afirmar que la función de estos combates incruentos es precisamente ésa: sustituir al combate real. Es un alarde de inteligencia, habilidad verbal y rapidez que suele tener un ganador clarísimo (el que más y mejor insulta) y un perdedor igualmente claro (el que se queda sin respuesta o no consigue superar el insulto del rival), pero nunca llega la sangre al río y ambos contendientes siguen vivos para pelear otro día. Exactamente lo mismo que hacen los perros cuando se gruñen, se hostigan y se tiran un par de mordiscos ligeros hasta que uno de los dos abandona y el otro queda dueño del campo.

    El juego tiene sus reglas, como todos los juegos. La primera es sobrepasar al rival en el insulto, tanto en intensidad como en gracia. Ejemplos de ambas cosas:

    —Your mama eats shit. (“Tu madre come mierda”).

    —Your mama eats shit and mustard. (“Tu madre come mierda con mostaza”).

    ¿Ven el truco? Se trata de recoger el insulto del rival y amplificarlo de alguna manera. Que tu madre coma mierda es grave, pero que se la coma con mostaza, estarán de acuerdo, es mucho peor. Otro ejemplo de recoger y devolver con más fuerza:

    —Your mama so fat then when she fell from her bed she fell from both sides. (“Tu madre está tan gorda que se cae por los dos lados de la cama a la vez”).

    —Your mama so fat she’s got her own area code. (“Tu madre está tan gorda que tiene su propio código postal”).

    —Your mama so fat her nose and her butt are in different time zones. (“Tu madre está tan gorda que su nariz y su culo están en diferentes husos horarios”).

    Soy un pedazo de estereotipo racista y sexista y te voy a partir la cara

    Soy un pedazo de estereotipo racista y sexista y te voy a partir la cara, imbécil.

    Otra variante del juego incluye las dos mejores cosas de este mundo: los insultos y los ripios. A veces son de una sola línea:
    —Your hair is so nappy ’cause King Kong’s your pappy. (“Tu pelo es tan rizado porque King Kong era tu papá”)
    Y a veces es más extensa la cosa:
    —Ya’ wanna’ play the dozens?
    Well the dozens is a game.
    But the way I fuck your mother
    Is a gawd damn shame!
    (“—¿Quieres jugar a dozens?
    Bueno, dozens es un juego.
    Pero la forma en que me tiré a tu madre
    es una puta vergüenza”)
    Si están pensando ustedes en los clásicos insultos de patio de colegio, lo han pillado a la perfección:
    —Imbécil.
    —Tu madre.
    —La tuya, pa’ que no ladre.
    —Gilipollas.
    —Tu padre.
    —El tuyo, que es más capullo.
    El insultador puede y debe ridiculizar al contrario en toda su mismidad: el aspecto físico, la falta de inteligencia, la higiene deficiente, la escasa capacidad sexual o la pobreza son temas habituales en los concursos, pero el tema de la madre ya se ha convertido en un clásico. Busquen en Google “yo momma jokes” o cualquier otra variante ortográfica y verán a qué me refiero. Pero dejando aparte el sexismo tremendo que conlleva, el asunto es interesantísimo como manifestación cultural urbana, oral y negra: de esa poesía ritual beben el blues, el rap, el jazz, el hip hop y un ciento de cómicos, monologuistas e improvisadores negros y blancos. Investiguen un poquito, que el tema lo merece, y aprendan a ofenderse como auténticos profesionales.
    Hasta aquí el mentarse a la madre. Y ahora, con todos ustedes, los mejores insultadores del mundo: los cosacos zapórogos.

    SUYO AFECTÍSIMO

    zapórogos

    Esta historia hermosísima se la debo a mi buen amigo Ismael Alonso y ya la hice correr por Facebook, para regocijo y asombro de mis conocidos, pero ustedes, Amigos y Vecinos Lectores Constantes, también se la merecen. Lean con atención.

    Se conoce que en 1676, el Sultán del imperio otomano, Mehmed IV, estaba en guerra con los cosacos ucranianos de Zaporozhia, cuya tierra quería conquistar y echarse al bolsillo. Los cosacos le dieron al ejército otomano una paliza importante y el Sultán, harto de esos fulanos que se resistían ferozmente a su dominio, les envió la siguiente carta:

    Como Sultán, hijo de Mahoma; hermano del sol y de la luna; nieto y virrey de Dios, gobernante de los reinos de Macedonia, Babilonia, Jerusalén, Alto y Bajo Egipto, emperador de emperadores, soberano de soberanos, extraordinario caballero, nunca derrotado; firme guardián de la tumba de Jesucristo, delegado del poder divino, esperanza y confort de los musulmanes, cofundador y gran defensor de los cristianos,… Les ordeno, cosacos zapórogos, someterse a mí voluntariamente sin resistencia alguna, y cesar de molestarme con vuestros ataques.

    Sultán de Turquía Mehmed IV

    A los cosacos zapórogos les dio un ataque de risa colectivo y se sentaron a escribir la respuesta, como pueden ver en el cuadro de ahí arriba, obra del pintor ucraniano Iliá Repin. Y esto le escribieron:

    ¡Cosacos zapórogos al sultán turco!

    Oh sultán, demonio turco, hermano maldito del demonio, amigo y secretario del mismo Lucifer. ¿Qué clase de caballero del demonio eres que no puedes matar un erizo con tu culo desnudo? El demonio caga, y tu ejército lo come. Jamás podrás, hijo de perra, hacer presa a hijos cristianos; no tememos a tu ejército, te combatiremos por tierra y por mar, púdrete.

    ¡Despojo babilónico, loco macedónico, copero de Jerusalén, follador de cabras de Alejandría, porquero del alto y bajo Egipto, cerdo armenio, ladrón de Podolia, catamita tártaro, verdugo de Kamyanets, tonto de todo el mundo y el submundo, idiota ante nuestro Dios, nieto de la serpiente y calambre en nuestros penes! ¡Morro de cerdo, culo de yegua, perro de matadero, rostro del anticristianismo, folla a tu propia madre!

    ¡Por esto los zapórogos declaran, basura de bajo fondo, que nunca podrás apacentar ni a los cerdos de cristianos! Concluímos, como no sabemos la fecha ni poseemos calendario; la luna está en el cielo, es el año del Señor, el mismo día es aquí que allá, así que bésanos el culo!

    Koshovyi Otamán, Ivan Sirko, y todos los zapórogos

    La cara del muy alto y muy poderoso Sultán cuando recibió esta carta tuvo que ser un poema. No se puede insultar mejor, ¿verdad? Tonto de todo el mundo y el submundo es una maravilla y les animo a soltárselo a cualquiera que no pueda matar un erizo con su culo desnudo.

    Y con esto, amigos, me vuelvo a mis quehaceres que, ahora que estoy en paro, consisten básicamente en tocarme la castaña en el sofá, ver series y leer todas esas cosas bellísimas que a lo mejor otro día vengo a contarles. Total, tampoco tengo nada mejor que hacer…

    Tengan cuidado ahí fuera, hijos de la grandísima puta.

     

     

     

     

    3 Comments

    1. Hugo
      Escrito el día 3 diciembre 2014 a las 1:59 am | Permalink

      Qué bonito despertarse así.

      Solo los andaluces del oeste se llaman unos a otros picha/pisha. En Granada, Jaén y Almería, si alguien te llama “pisha”, la reacción automática y primera es ciscarse mentalmente en toda la Sevilla que hubo y habrá. Es importante recordarlo.

      Dejo un par de frases para dar las gracias por la estupenda entrada:
      – Dylan Moran (hablando de lo gorda que está una mujer): “I would stab you to death, but I can’t afford to take the two weeks off work!”.
      – Mi abuela (que no insultaba, pero ofendía): Ojalá que te toque la lotería y te la gastes entera en medicinas.

    2. Escrito el día 2 enero 2015 a las 11:22 am | Permalink

      Aquí va el insulto comunista de moda:

      “Your mom is like communism: no class.”

      Jiji…

    3. Escrito el día 20 octubre 2015 a las 12:42 pm | Permalink

      Gracias texto buena

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